Universitat Oberta de Catalunya

Publicar más allá del paper. Nuevos territorios para influencers académicos

Uno de los pilares de la ciencia es la garantía de replicabilidad, y para ello son fundamentales su apertura, la transparencia de sus procedimientos y la accesibilidad a sus resultados. De esta forma, su divulgación puede despertar interés y generar nuevo conocimiento.

Sin embargo, el circuito de la publicación científica va en otra dirección, pues cierra los resultados en una torre de marfil de acceso restringido a un público muy determinado, con un lenguaje en ocasiones demasiado técnico y con un elevado coste económico.

Cualquiera que quiera desarrollar una carrera académica sabe que no es suficiente con investigar y divulgar, si esto no sucede en ciertos circuitos de publicación que son los reconocidos por las agencias de acreditación del gremio. Es el famoso publish or perish («publica o muere»).

Internet y las redes sociales abiertas responden, por el contrario, a la misión última de la ciencia, y con mayor fuerza si cabe en muchas ocasiones, pues llegan a un público potencialmente más amplio, expanden las ideas, reconocen y refuerzan a los autores. Sirven, además, para aprender, mejorar y disfrutar, pues ofrecen un contacto más directo con la audiencia y una exposición más gratificante de un trabajo tradicionalmente demasiado solitario.

Los medios, las narrativas y los lenguajes que encontramos actualmente en internet permiten una divulgación más abierta, atractiva y accesible que reporta múltiples beneficios. Comunicar sobre lo que uno sabe y trabaja a través de las claves de la cultura digital es útil para encontrar y compartir recursos, mantenerse informados, incrementar la visibilidad, mejorar las habilidades de expresión, conectar con una conversación global, tejer relaciones profesionales y, en última instancia, contribuir a combatir la desinformación.

Grandes universidades están explorando nuevas técnicas sin renunciar al rigor del paper y demostrando que la ciencia no tiene por qué ser aburrida ni estar enconsertada en discursos demasiado elitistas. Este ejemplo sobre una investigación del MIT relacionada con la COVID-19 es una buena muestra de ello:  publica una misma investigación en diferentes capas de complejidad, conservando el paper original, pero ofreciendo también los datos en bruto y una versión resumida en un HTML más visual.

Merece la pena también mencionar nuevos medios como The Conversation, que están a medio camino entre una publicación de un periódico y el de una revista científica. Cuenta con el apoyo de las universidades y está sirviendo para entrenar un nuevo estilo a la hora de divulgar la investigación mediante las claves de los códigos periodísticos.

Estamos de suerte porque, entre las revistas de impacto y la imagen estereotipada de la frivolidad influencer en redes sociales, se abre un amplio camino de posibilidades para el académico de hoy en día. Todas esas huellas digitales profesionales que sea capaz de generar conformarán su marca personal, que no es más que una identidad construida a partir de su trabajo en la red.

A continuación, ofrecemos algunos ejemplos que pueden servir de inspiración para adentrarse en la transición digital de la autopublicación fluida:

Redes de blogs

El blog sigue siendo un medio ideal para publicar de una forma ligera, amena y a la vez con suficiente fondo para un público determinado. Se puede emprender esta aventura de forma individual, bajo un dominio propio, o en redes de blogs dedicados a temas similares. Un buen ejemplo de esto es la red Naukas, que lleva años dedicada a la divulgación científica y donde generan contenidos investigadores como Juan M. Mulet, catedrático que también participa habitualmente en medios de comunicación de alcance nacional. 

Perfiles sociales

Es relativamente habitual que solo podamos localizar a un profesor en los buscadores por su perfil en la página de su universidad o en portales especializados como Academia. No lo es tanto encontrarle en LinkedIn y mucho menos en Twitter.

Buscarse en Google es un buen punto de partida para preguntarse «qué quiero que se muestre de mí» o «cómo quiero ser reconocido como experto en mi ámbito». Conviene ser consciente de que esa misma búsqueda la harán otros en algún momento, ya sean colegas buscando posibles colaboradores o periodistas necesitados de fuentes especializadas.

Se trata de crear un ecosistema de presencias bajo una estrategia determinada. Para ello, se recomienda mantener un mismo nombre de usuario y una imagen profesional representativa para tener una identidad homogénea, fácil de localizar y de comprender como un todo. En este sentido, habrá que decidir cuál es la principal para que pueda servir como carta de presentación en las bios de los otros perfiles.

Hilos en Twitter

Twitter es un nuevo campo de expresión donde hasta las tesis doctorales tienen cabida cuando se saben adaptar al medio. El proyecto #HiloTesis de Red Divulga, promovido por la asociación de Rectores CRUE, ha demostrado que cualquier tesis puede ser interesante si se sabe contar bien.

Como inspiración encontramos autores, procedentes de cualquier disciplina y no necesariamente ligada a la comunicación, que han encontrado un tono y un estilo para divulgar sobre aquellos temas que son su pasión, su trabajo, su especialidad o todo a la vez. Es el caso de Pedro Torrijos, arquitecto que cada jueves llega a miles de personas a través de un hilo en Twitter sobre historias relacionadas con lugares peculiares y cuya popularidad le ha llevado a comisariar exposiciones, realizar un pódcast de encargo, escribir libros, etc.

Los hilos en Twitter sirven precisamente para coser historias, ideas, reflexiones e incluso citas académicas. Aunque el formato en sí mismo nos pueda parecer demasiado superficial, en realidad se presta a la profundidad que cada autor quiera darle, como ocurre con Héctor Ruiz Martín, quien suele terminar sus hilos sobre investigación educativa mencionando referencias bibliográficas de aquellas citas e ideas expresadas.

La fuerza de la voz

Si hay un formato en clara tendencia ascendente en cuanto a oferta y demanda es sin duda el audio. A pesar de su presencia digital desde hace muchos años, es ahora cuando el pódcast está viviendo su mayor auge para demostrar que es un canal de comunicación de gran valor para transmitir conocimiento, compartir ideas y generar interés a través de algo tan humilde, íntimo, cercano y magnético como es la voz. Y hacerlo de una manera amena y entretenida con diversos géneros, ya sean en forma de tertulia, de entrevista o de historia narrada, entre otros. Son muchos los ejemplos de pódcast donde podemos aprender e inspirarnos, desde los dedicados al cine en Todopoderosos o sobre antropología en El Extraordinario.

Pero el audio va más allá del pódcast y también se puede producir de una forma aún más sencilla, como son los Espacios en Twitter, donde a golpe de clic desde el móvil se nos permite abrir una tertulia en audio con nuestros seguidores en cualquier momento.

El poder de la imagen

Las charlas TED se popularizaron hace unos años gracias a su formato estándar que, con una duración limitada y una estructura narrativa de storytelling, ha servido para hacer accesibles descubrimientos científicos y nuevas líneas de pensamiento en todo el mundo.

Pero no es necesario esperar sentados a que nos inviten a dar una conferencia TED, puesto que podemos producir nuestras propias intervenciones en vídeo, más o menos sofisticadas. Así ha sido el recorrido de José Luis Crespo, el joven investigador que utiliza YouTube para divulgar la física de una forma tan didáctica como atractiva; de Carlos Santana, que explica algo tan abstracto como la inteligencia artificial en el canal de streaming Twitch a un gran número de seguidores; del músico Jaime Altozano, que desvela las claves de la música para el gran público en sus vídeos de YouTube; o Sara Rubayo, que hace lo propio con la historia del arte.

Todos ellos son una mínima muestra del talento que existe en las redes divulgando conceptos complejos en lenguajes asequibles y amenos para un público amplio sin que ello implique comprometer el rigor de lo expuesto.

Proyectos rentables

¿Y cuál es el retorno? Podríamos decir que el mero hecho de practicar este tipo de divulgación digital ya es un aprendizaje en sí mismo, no solo por las competencias técnicas que se desarrollan, sino porque conecta y permite enriquecer el tema de especialización en otros territorios no explorados.

Pero podemos ir aún más allá. El retorno de todos estos esfuerzos no se limita únicamente a términos de reputación y notoriedad, que a su vez se suelen traducir en colaboraciones en otros medios de comunicación (televisión, radio, libros, etc.), sino que las plataformas ofrecen opciones propias de monetización, abriendo con ello un nuevo canal de ingresos para el autor o autora. Así, encontramos diversos modelos que suelen premiar cierta exclusividad en la generación de contenido, desde plataformas de micromecenazgo como Patreon, donde se puede donar dinero al autor, hasta micropagos de newsletters en Getrevue, o de seguidores comprometidos en Super follows de Twitter, por citar algunos ejemplos.

Todo ello nos sirve para imaginar un universo más amplio donde probar, airear, confrontar, expandir e incluso derramar el conocimiento que se genera en la investigación académica tradicional y que normalmente se queda encerrado en ese paper que difícilmente dará más frutos más allá de la acreditación formal. No se trata de hacer un doble trabajo, sino de aprovechar, exprimir y multiplicar tanta información que pasa por la rutina habitual del científico y darle una segunda vida con nuevos lenguajes, estilos y formatos que le conectan con nuevas personas interesadas en su temática. Hoy en día es barato y sencillo producir de forma transmedia. El público lo demanda, lo aprecia y lo premia. La tecnología lo permite. Es un círculo virtuoso de pura economía intelectual circular, donde los descartes del circuito científico se ponen en valor y revierten en la socialización del conocimiento.

Es cuestión de probar, de encontrar el medio, el formato y el género más afín. Y jugar. De entrenar la técnica narrativa, buscar el punto que conecte lo particular con lo general, crear analogías con lo cotidiano, apelar a la emoción y comunicar con un lenguaje claro.

Y si con todo esto no logramos motivar al académico que únicamente quiere dirigir sus esfuerzos al paper canónico, quizás le podamos convencer por puro egoísmo intelectual: según un artículo publicado en 2020 en PLOS ONE, existe una correlación entre la publicación científica que se comparte en Twitter con el hecho de obtener un mayor número de citas académicas..


Cita recomendada: LARA, Tíscar. Publicar más allá del paper. Nuevos territorios para influencers académicos. Mosaic [en línea], diciembre 2021, no. 196. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/m.n195.2134

Acerca del autor

Directora de Transformación Digital del Instituto Cervantes

Anteriormente fue directora de Comunicación y Marketing, así como Vicedecana de Cultura Digital, de la Escuela de Organización Industrial. Es doctora en Periodismo y lleva más de veinte años dedicada a la comunicación digital tanto en el ámbito corporativo como en la Administración pública y en la docencia universitaria. Fue una de las primeras mujeres en publicar un blog en España y ha sido galardonada con varios reconocimientos por diversas clasificaciones de internet. Como investigadora ha desarrollado su carrera académica como visiting scholar en la Escuela de Educación de la Universidad de Harvard en 2003 y como special reader en el New Media Lab de la Universidad de Los Ángeles en California (UCLA) en 1998-1999.

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