Universitat Oberta de Catalunya

‘The Plants Sense’. Biointerfaz de percepción sensorial planta-humano. Una aproximación al lenguaje secreto de las plantas desde la práctica artística

The Plants Sense es una instalación que permite al público conocer y experimentar el lenguaje secreto de las plantas. Se trata de un trabajo de carácter transdisciplinar que conecta arte, ciencia, tecnología y sociedad. Esta instalación ha sido llevada a cabo en el marco del dúo artístico del que formo parte desde 2009 junto con el artista y tecnólogo Alberto Valverde.

El proyecto se gesta a partir de nuestra experiencia previa, donde hemos investigado durante los últimos años acerca de futuros escenarios y el estudio de las interrelaciones entre humanos y plantas, creando obras en las que tratamos de descifrar el lenguaje de estos seres vivos con el fin de lograr así una mayor comprensión del mundo vegetal y por ende de la naturaleza y nosotros mismos.

En 2009, uno de nuestros primeros trabajos en colectivo fue la creación de un sensor que nos permite medir los cambios eléctricos en las plantas en tiempo real, con el que observamos que reaccionan instantáneamente a las modificaciones que se producen en su entorno, como cambios de luz, humedad, movimiento del aire, cambios en el CO2, la presencia de otros seres vivos y el sonido, entre otros.

Instante del ajuste del sensor con un ejemplar de Spathiphyllum Vivaldi.

Hemos utilizado este sensor como herramienta en nuestra práctica artística durante los últimos años, para tratar de comprender un poco mejor a estos organismos vegetales en trabajos como Clorofila 3.0, 2009, una instalación sonora en la que traducíamos los datos obtenidos por las plantas en sonidos; o Symbiotic Interaction, 2017, obra compuesta por dos interfaces corporales que llevan integradas plantas, donde tratamos de crear una relación simbiótica humano-planta en la que ofrecemos CO2 y agua a las plantas a cambio de la información que medimos de estas y que los humanos percibimos por medio de cambios en los patrones luz, sonido e imágenes.

En 2018 se nos otorga una residencia artística STARTS [1], lo que nos permite ir un paso más allá en nuestras investigaciones con plantas, gracias a una estancia en la que visitamos tres de los centros de investigación del consorcio que conforma el proyecto interdisciplinar Flora Robotica, cuyo objetivo principal, como se puede ver en su web, es «desarrollar e investigar relaciones simbióticas estrechamente vinculadas entre robots y plantas naturales. Así como explorar el potencial de una sociedad planta-robot capaz de producir artefactos arquitectónicos y espacios habitables».

Esta residencia nos permite relacionar dos líneas de investigación en las que veníamos trabajando durante los últimos años, que confluyen en The Plants Sense:

  • La investigación acerca de las plantas, creando complejos sistemas que nos permitan acercarnos a su lenguaje.
  • La creación de interfaces tecnológicas corporales, que permitan de algún modo amplificar o modificar las capacidades sensoriales humanas, en este caso amplificadas a través de la traducción de la percepción de otros seres vivos no humanos; las plantas.

Metodología y desarrollo del trabajo

Estas configuraciones de mundos de arte-ciencia son holobiomas, u holoentes, en los que científicos, artistas, miembros de comunidades y seres no humanos se van plegando mutuamente en los proyectos de los demás, en las vidas de los demás; llegan a necesitarse mutuamente de maneras diversas, apasionadas, corpóreas, significativas. [2]

La metodología para el desarrollo de The Plants Sense es de un trabajo procesual y de colaboración y diálogo entre arte, ciencia y tecnología, desarrollado durante seis meses en el marco de una residencia artística STARTS.

En una primera llamada, el programa STARTS buscaba proyectos de I+D+i de ámbitos que no fueran el artístico. En una segunda convocatoria invitaban a artistas a enviar una propuesta de obra relacionada con alguno de los proyectos mencionados.

Tras documentarnos acerca del proyecto de Flora Robotica en la web de STARTS y en la web del Flora Robotica, nos percatamos de los puntos en común de su investigación con la nuestra, que estaban sin embargo abordados desde diferentes áreas de conocimiento. Así que pensamos que podía ser muy fructífero desarrollar una nueva obra en el marco de una residencia y colaborar con los especialistas que se encontraban investigando en Flora Robotica.

De tal modo que elaboramos nuestro anteproyecto, donde proponíamos la creación de una interfaz corporal, que permitiría sentir las plantas en nuestra propia piel, traduciendo la información recogida por los sensores a sonidos de baja frecuencia y vibraciones, amplificando de este modo nuestras capacidades sensoriales, gracias a la incorporación de plantas a la obra; seres vivos sensibles, mucho más que los humanos –según el botánico y experto en neurobiología vegetal Stefano Mancuso [3]–, a lo que ocurre a nuestro alrededor. Planteamos así esta interfaz como paso siguiente a nuestros trabajos previos y punto de unión también de dos de nuestras líneas de investigación, mencionadas anteriormente.

La primera parte de la residencia consistió en una estancia en tres de las instituciones que forman parte del proyecto Flora Robotica: CITA –Centre for Information Technology and Architecture–, Copenhague, Dinamarca; IT University, Copenhague, Dinamarca; y la Universidad de Lübeck, Alemania. Donde intercambiamos, con expertos en arquitectura, inteligencia artificial y robótica, conocimientos e investigaciones y finalizamos, de este modo, la conceptualización de nuestra instalación, que se formalizaría en LABoral Centro de Arte y Creación Industrial a la vuelta de nuestra estancia con el equipo de Flora Robotica.

Indagando en la investigación de Flora Robotica nos percatamos del exhaustivo estudio que han llevado a cabo acerca de cómo las plantas siguen o repelen la luz. Tras elaborar varios experimentos con plantas trepadoras y diferentes temperaturas de luz [4], han llegado a controlar el movimiento en el crecimiento de estas. Pues uno de los fines de su proyecto, en el que unen plantas, robótica, arquitectura e inteligencia artificial, es el desarrollo e investigación de relaciones simbióticas entre robots y plantas para aplicarlo a la arquitectura; por ejemplo, haciendo crecer las plantas a su conveniencia guiándolas mediante el uso de la luz.

Este hecho marcó un punto de inflexión en la conceptualización de The Plants Sense, a pesar de considerar la investigación de Flora Robotica muy relevante y necesaria, el hecho de que guíen el crecimiento de las plantas en la arquitectura creemos que sigue siendo una visión antropocéntrica, lejos de la simbiosis entre los organismos vegetales y humanos, por eso, esto nos llevó a idear un jardín en el que fueran las plantas naturales las que controlaran los elementos escultóricos que forman nuestra instalación.

Después de reflexionar y conversar con diferentes profesionales acerca de nuestro proyecto, también pensamos ir un paso más allá de la interfaz planteada en un primer momento. En otros trabajos previos ya habíamos desarrollado interfaces corporales, que en el momento de ser exhibidas, por cuestiones técnicas de una exposición, no pueden ser «experienciadas» por el público. Es decir, cuando se exhibe una interfaz corporal el público suele ver esta interfaz en un maniquí u otro display expositivo, muchas veces acompañada de un vídeo en el que se muestra su funcionamiento, pero los visitantes no pueden probarla en su propia piel. Por ello, en esta ocasión decidimos ir un paso más allá y crear un jardín en el que tuviéramos esa interfaz corporal conectada, pero también una serie de interfaces blandas que pudieran ser cogidas por el público y permitieran sentir a los visitantes, en sus propias manos y en su propia piel, lo que estaban percibiendo las plantas.

El siguiente paso, a la vuelta de la estancia en las distintas sedes de Flora Robotica, fue la producción de la instalación, para la que, como en ocasiones previas, utilizamos herramientas de fabricación digital para su materialización y programación basada en Arduino y Processing para su funcionamiento. Todo ello desarrollado durante una estancia en los estudios y laboratorios de LABoral Centro de Arte en Gijón, Asturias.

Formalización de la instalación

La obra está formada por un jardín interactivo en el que diferentes sensores miden las oscilaciones eléctricas de las plantas conectadas, y muestran sus reacciones bioquímicas a la presencia humana y el ambiente que las rodea.

Toda esta información es procesada y traducida en vibraciones, movimientos y sonidos de baja frecuencia que permiten al visitante percibir las plantas a través de una interfaz corporal y dos plantas robóticas situadas en el centro del jardín. Así mismo, diferentes interfaces dispuestas en el jardín facilitan al público experimentar y sentir en sus propias manos las reacciones registradas de las plantas a través de los quince sensores dispuestos en el jardín.

Vista general de la instalación The Plants Sense en el hall del LABoral Centro de Arte, 2018.

Sin embargo, en esta ocasión no existe relación directa entre la medición de una planta con la reacción en uno de los elementos que forman el jardín –como ocurría en Clorofila 3.0 o Symbiotic Interaction–, sino que todas las plantas actúan como un gran y único cerebro. Esto es posible gracias a la utilización del algoritmo mapa autoorganizativo de Kohonen, SOM (self-organizing map, mapa autoorganizativo). Un algoritmo que ordena y agrupa la información recibida –en un servidor emplazado en la instalación–, en un mapa configurado por colores, en el que cada píxel corresponde a un color y a su vez a un dato. Seleccionamos una serie de puntos fijos en el mapa y los asignamos a los elementos que configuran el jardín. Esto nos permite ordenar los valores recibidos de las plantas y traducirlos a una respuesta a través de los elementos que forman el jardín, de tal modo que son las plantas naturales las que activan cada uno de los movimientos, vibraciones o sonidos que tienen lugar en el jardín cíborg.

Por otra parte, la interfaz corporal y las esculturas que integran el jardín se encuentran fabricadas en 3D y siliconas, construidas a partir de formas biomórficas e inspiradas en el mundo marino. Proceso en el que combinamos modelado 3D con métodos tradicionales de creación de moldes.

Detalle de la interfaz corporal conectada al jardín que permite sentir las plantas en la piel a través de vibraciones y sonidos de baja frecuencia.
Detalle de la interfaz que permite al público percibir a las plantas en sus manos (imagen 4) y de una de las plantas robóticas fabricadas en 3D que ocupan la parte central del jardín, controladas por las plantas naturales (imagen 5).

Conclusión

Las plantas son seres vivos que se encuentran en todo el planeta, muy sensibles a lo que ocurre a su alrededor y, sin embargo, en ocasiones ignoradas y vistas como únicamente un elemento que forma parte del paisaje. Estos organismos vegetales son a su vez distintos a las otras formas de vida que conocemos y dependemos de ellos para nuestra existencia, sin embargo, las plantas transforman agua, luz solar y aire en su alimento, sin depender de otros seres vivos.

No podemos ver las plantas desde un punto de vista antropocentrista, quizá uno de los caminos a tomar es el que Donna Haraway llama Chthuluceno [5], la utopía de una nueva alianza entre especies que nos ayude a reconfigurar nuestras relaciones con la Tierra y sus habitantes en un planeta devastado por el capitalismo patriarcal.

The Plants Sense hace posible un acercamiento al lenguaje de las plantas, pues a través de la observación de la instalación podemos percibir patrones en el comportamiento de las plantas; momentos del día en los que las plantas se encuentran más activas; y, por lo tanto, recibimos una mayor actividad en las esculturas que forman el jardín y que son controladas por los organismos vegetales. Pues los dispositivos creados en la instalación traducen y transmiten precisamente aquellas señales que los seres humanos, debido a nuestro limitado sistema perceptivo, no podemos recibir de otra manera.

Documentación

[1] STARTS es el acrónimo de Science Technology & the ARTS. Una iniciativa de la Comisión Europea para fomentar alianzas de ciencia, tecnología y artes que implementen de manera efectiva un enfoque europeo de la innovación tecnológica centrada en las necesidades y los valores humanos.

[2] HARAWAY, Donna. Seguir con el problema. Bilbao: Consonni, 2019. Pág. 130. ISBN: 978-84-16205-41-7

[3] MANCUSO, Stefano, VIOLA, Alessandra. Sensibilidad e inteligencia en el mundo vegetal. Barcelona: Galaxia Gutenberg, 2019. ISBN:
9788416252312

[4] Wahby, MOSTAFA et al. An Evolutionary Robotics Approach to the Control of Plant Growth and Motion: Modeling Plants and Crossing the Reality Gap. En: 10th IEEE International Conference on Self-Adaptive and Self-Organizing Systems (SASO 2016), Augsburg, Germany, 2016. DOI: 10.1109/SASO.2016.8

[5] HARAWAY, Donna. Seguir con el problema. Bilbao: Consonni, 2019. ISBN: 978-84-16205-41-7


Cita recomendada: CASTELLANOS VICENTE, María. The Plants Sense: instalación interactiva que investiga las plantas a través de complejos sistemas que nos permiten acercarnos a su lenguaje. Mosaic [en línea], marzo 2021, no. 191. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/m.n191.2110

Acerca del autor

Artista. Doctora en Bellas Artes por la Universidad de Vigo. Premio Extraordinario de doctorado 2016 por su tesis «La Piel Biónica. Membranas tecnológicas como interfaces corporales en la práctica artística». Ha centrado su investigación y su práctica artística durante los últimos años en las hibridaciones entre cíborgs y wearables como paradigma de la amplificación de las capacidades sensoriales humanas; así como en la creación de complejos sistemas de comunicación interespecie, que propicien el entendimiento entre humanos y plantas.

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