Conversamos con la artista de new media australiana, quien recientemente ha participado en una residencia en Espronceda, Barcelona.
Háblenos acerca de su formación y su educación.
Estudié pintura y dibujo en Sydney. Pintaba mayormente en estilo realista, y también hacía experimentos en animación con pintura. Tras mudarme a Berlín en 2005, al terminar mis estudios de licenciatura, empecé a experimentar con la creación de imágenes estereoscópicas que tuvieran perspectivas en primera persona; fue entonces cuando dejé la pintura y me puse a crear imágenes digitales, pues me permitían trabajar mucho más rápido. Desde entonces, he evolucionado hacia el videoarte inmersivo. Mi trayectoria de investigación en el estudio se complementa con las teorías del arte contemporáneo de los new media que estudié en la Universidad de París VIII y con la producción de arte audiovisual en el estudio Le Fresnoy de artes contemporáneas. Buena parte de mi trabajo ha sido también realizada en asociación con instituciones científicas, lo cual me permite siempre aprender, y también cuestionar, los conocimientos adquiridos en cada uno de mis procesos de creación.
¿De dónde proviene su interés por el arte y la tecnología?
Siempre he estado interesada en realizar obras de arte que conecten con las personas a un nivel físico y que las inviten a experimentar sus cuerpos de manera distinta. Y puesto que las tecnologías a menudo son la amplificación de una parte o una función de nuestro cuerpo, tengo interés en construir imágenes e historias a partir de ellas. Me encanta la ciencia-ficción, tanto por las imágenes como por los tipos de pensamiento especulativo que provoca. Y siempre me he sentido atraída por las imágenes animadas, particularmente por la animación. Por eso, era natural que me sintiese cautivada por un medio artístico que permite a las personas habitar en el vídeo.
Usted trabaja con el vídeo, las experiencias inmersivas, la performance…. ¿Qué le aportan estas técnicas a usted y a su trabajo?
Me gusta la realidad virtual porque con ella soy capaz de crear un universo paralelo para que las personas lo puedan experimentar. A través de paisajes y arquitecturas habitadas por sonidos y movimientos espacializados, puedo narrar historias que responden al visitante de manera interactiva. Soy libre de decidir cada detalle del relato espacial que yo quiero contar, pero los visitantes también son los que construyen la historia a través de sus interacciones y por la forma en que viven y actúan en la historia. En ocasiones ellos revelan ciertos aspectos en los cuales yo no había reparado. Me gusta mucho relacionarme directamente con las personas, y tanto la performance como la VR me permiten hacerlo.
¿Qué propósito persigue en sus proyectos?
Actualmente estoy trabajando en unas historias en VR que buscan alcanzar una nueva comprensión de nuestra existencia en tanto que personas relacionadas con entidades no humanas. Estoy intentando convertir este trabajo en algo que pueda ser experimentado corporalmente, una experiencia del cuerpo en conexión con el medio ambiente y de cómo éste nos afecta.
Su último trabajo fue un perfomance electrónica y un vídeo inmersivo. Explíquenos un poco más acerca de este proyecto.
Estoy interesada en la manera en que habitamos los entornos digitales como la red. Allí coexistimos en un ámbito etéreo con otras personas y con procesos automatizados como, por ejemplo, los chatbots. Nos encontramos desconectados de nuestros cuerpos y del carácter físico de nuestra existencia con el que tradicionalmente se nos identifica. Somos capaces de crear fantasías sobre nosotros mismos y nuestras vidas, y ser los curadores de nuestras propias historias personales. En The Tulpamancer exploré la forma en que las personas proyectan sus identidades en este ‘no espacio’, y observé su potencial en sentido positivo, pero también sus peligros.
¿De qué manera decide la técnica a emplear en cada proyecto, de entre la variedad de las que dispone? (VR, vídeo, 3D, experiencia inmersiva…)
Cada idea llama a su propio formato. Se trata de hallar la mejor manera de contar una historia en particular o de dar voz a un personaje en particular. Me gusta moverme entre las tecnologías más modernas como la VR, pero también entre las que hoy son consideradas obsoletas, como el 3D. En parte se trata de adelantarse al prejuicio del público, revelar esa suerte de vulnerabilidad que se siente por trabajar con algo que ya no está de moda, o por incorporar una técnica que nadie considera que tenga encaje en el arte digital.
¿Por qué ha solicitado esta residencia y qué proyectos tiene?
Hace poco que me he establecido en España, y estoy buscando maneras de conocer el ambiente artístico del país, así como de entender las similitudes y diferencias que hay entre la actividad artística en España y mis experiencias en Francia y Alemania. La residencia en Espronceda ha sido una oportunidad para conocer la actividad creativa de Barcelona y estar informada sobre la manera en que allí se entiende el arte con VR. También ha sido una oportunidad para aprender, lo cual, para mí, comporta un reto. Durante la residencia — que ha tenido su continuación en distintas ciudades europeas y de otros continentes como París, Helsinki, Hamburgo y Miami — colaboré con otros dos artistas en la creación de una experiencia en VR del tamaño de una habitación, dirigida a múltiples actores. Funciona también como una herramienta para visualizar y analizar datos científicos a partir de las señales radiotelescópicas procedentes de las exploraciones que se están realizando en el espacio profundo para encontrar indicios de otras civilizaciones avanzadas.
¿Cómo valoras la experiencia?
La experiencia con Espronceda e Immensiva fue excelente: Es absolutamente recomendable. Tanto a nivel técnico como artístico, aprendí mucho de mis colegas así como de los directores y curadores encargados del diseño del programa. Cada uno de los artistas que participaron en la residencia aportaron sus propios conocimientos y técnicas, lo cual me ayudó a complementar y cuestionar las mías. El contexto en que se producía el trabajo de grupo me ayudó a desarrollar nuevas posibilidades, aportando a un proyecto situado fuera de mi campo de trabajo habitual. Por último, se me abrieron todas las puertas para conocer a personas e instituciones en Barcelona que pudieran cooperar conmigo en futuros proyectos. Todo ello superó mis expectativas en todos los niveles.
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Cita recomendada: MOSAIC. Entrevista con Lauren Moffatt. Mosaic [en línea], junio 2020, no. 183. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/m.n183.2024
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