Universitat Oberta de Catalunya

Había una vez una nube…

“Había una vez una nube en la que convivían miles ¡qué digo miles…! millones y millones de minúsculas gotitas de agua. Algunas de ellas se habían evaporado de pequeños charcos o de considerables ríos, y otras ascendían de inmensos mares. Éstas últimas, pese a tener el mismo tamaño diminuto que las demás, se creían mucho más poderosas porque provenían de lugares más importantes y por ello se paseaban por la nube con aires chulescos. Un día, algunas de las gotitas procedentes de los pequeños charcos y ríos, hartas de soportar la arrogancia de las gotitas marinas, decidieron reunirse. Acudieron más y más gotitas al encuentro, hasta que empezaron a unirse formando gotas más grandes que a su vez, se unían a más gotas sin parar. De pronto, se desencadenó una enorme tormenta que arrastró a todas las gotitas de la nube, incluyendo aquéllas que se creían más poderosas, y todas ellas sin excepción, se precipitaron de forma vertiginosa hacia el suelo. Nadie sabe dónde descendió cada una de las pequeñas gotitas de la nube; si cada cual regresó a su pequeño charco, considerable río o inmenso mar o si se reinstaló en un todavía mayor océano, un notable arroyo, o una insignificante balsa.”

vinyeta d'uns núvols

Empiezo este texto con un pequeño cuento porque una de las cosas que he aprendido estos días en el FICOD (Foro Internacional de Contenidos Digitales, en Madrid) es que contar historias es muy importante. Y vosotros diréis: ¿y has tenido que ir a semejante congreso para aprender tal obviedad? Bueno, tengo que confesar que un poco sí. Debo reconocer que a veces me cuesta un poco ver la nube entera con tanta niebla o, si cambiamos de metáfora y bajamos a la tierra como las gotitas precipitadas del cuento, me resulta algo difícil ver el bosque entre tanto árbol. Cloud computing, engagement, transmedia, user experience, fan consumer, comunity manager, virality, marketing, challence o future, son algunos ejemplos de árboles muy bonitos e interesantes, en los que uno se puede subir, construirse su cabaña y quedarse a vivir. La verdad es que he estado tentada de subirme a alguno de ellos y contar desde él algunas de mis impresiones relacionadas, pero como una servidora es indecisa de naturaleza y todavía no sabe qué árbol le gusta más, intentaré hablar del bosque o, volviendo al reino de los cielos, de la nube tormentosa; a ver qué tal sale la cosa.

Internet se asocia hoy a una nube que puede alojar contenidos y aplicaciones dónde tienen lugar relaciones entre personas y a la que se accede a través de dispositivos gracias a las redes de telecomunicaciones. En este espacio se dan vínculos de todo tipo, relaciones de poder en construcción que abren oportunidades a nuevos modelos de negocio (palabra clave en casi todas las mesas de debate y talleres) y a nuevas formas de organizar el mundo.

En cuanto a las redes

Telefónica estaba presente en casi todas las ponencias. Tomado la síntesis de la sesión plenaria de su Director de Transformación Alfonso Alonso, hay que hacer una red cada vez más potente, avanzar hacia la banda ancha y hacia la neutralidad (esto último lo añado yo). Lo que está claro es que las redes de telecomunicaciones, y por ello los operadores, adquieren cada vez más importancia al ser vitales en el desarrollo digital.

Sobre los dispositivos

Los dispositivos son la puerta de entrada a la red, una puerta que está abierta de forma permanente gracias a la movilidad de los aparatos y con ello de sus usuarios en constante conectividad. No importa si accedemos desde un smartphone o un tablet (resuenan con fuerza Apple y Android), un aparato de TV conectada (a punto están de salir los primeros modelos), un ordenador portátil o de sobremesa (casi ni se habla de ellos); todos los dispositivos conducen al mismo océano digital.

Contenidos, aplicaciones, relaciones y personas

El mar de contenidos digitales se puede surcar gracias a aplicaciones que permiten crearlos, visionarlos, escucharlos, leerlos, modificarlos, compartirlos, etc. La tendencia es que estos contenidos y aplicaciones se alojen en la nube y ya no se tengan que descargar en local (de ahí eso del cloud computing), con lo que las redes han de ser capaces de soportar tal tráfico y los dispositivos han de poder manejar aplicaciones comunes adaptadas a las características de cada pantalla e interfaz. ¿De código abierto? aquí entraríamos en otro debate que también ha aparecido en algunas mesas de Foro.

¿Y de qué tipo de contenidos hablamos? Pues de textos, fotos, dibujos, películas, animaciones, entrevistas… ¡todo tipo de contendidos! Llama la atención cierta tendencia a segmentar los contendidos bajo paradigmas del mundo offline. Parece que cada medio de comunicación “tradicional” intenta trasladar al mundo online sus servicios: las TV ofrecen series, programas, películas; la prensa periódicos digitales; las editoriales libros y revistas; las agencias publicitarias anuncios, etc. A mi modo de ver, el mar de contenidos no entiende de esta clase de divisiones: lo audiovisual se mezcla con lo textual, con lo musical y todo ello se influye de relaciones sociales. Hay que crear nuevas asociaciones así como revisar el concepto de propiedad intelectual, ya que estamos ante un nuevo mapa complejo que debemos mirar con otros ojos. Las grandes corporaciones reinas de los mass media deben cambiar su modelo de negocio (suenan las suscripciones, el micropago, las donaciones, el patrocinio o la creación de contenido por parte de las marcas) pero la clave del tema es que se resisten a cambiar de paradigma, ¿les pesa su trayectoria e infraestructura? ¿no ven cómo aprovechar su experiencia? ¿tiene miedo a perder poder? Tal y como decía Antonio González Barrós (Grupo Intercom) en su espléndida sesión plenaria, de las 50 organizaciones más influyentes en la red solo 2 provienen de anteriores grandes negocios offline. Los pequeños se vuelven grandes (y pueden llegar a ser inmensos como Google, por ejemplo) porque han cambiado la forma de mirar y empiezan su carrera sin nada que perder.

Más allá de los modelos de negocio, divisamos también otras formas de organizar el mundo y nuevos comportamientos sociales. Si en la web 1.0 el usuario es quien va en busca del contenido y en la web 2.0 el usuario interactúa con otros usuarios, en la web 3.0 el contenido es quien va a buscar al usuario. Somos cada vez más protagonistas: en lo social (han sonado en muchos talleres las redes sociales Facebook o Twitter, y las palabras social media) y en lo singular y personal al mismo tiempo. No solamente visitamos la red sino que residimos en ella: estudiamos, trabajamos, creamos, compramos, nos relacionamos, jugamos, etc. En la red tenemos experiencias.

Hablando de experiencias de usuario (user experience), cabe destacar la sesión de Jerome Nadel y Olof Schybergson, en la que se expuso el proceso de diseño de una interfaz de usuario Android para móvil. Se mostró un storyboard que se usó como pieza fundamental de diseño al plasmar en él una posible secuencia lineal de acciones que un usuario imaginario querría hacer en ese entorno. Se hizo especial hincapié en la importancia de incluir el contexto del usuario en el pre-diseño y preguntarse ¿qué necesitaría hacer esa persona con este producto? Y ¿qué le gustaría hacer?, incluyendo  así una interesante dosis emocional al asunto. Si relacionamos este ejemplo con la técnica “personas” (que consiste en generar descripciones detalladas de los usuarios de un producto observando su contexto y considerándolos co-creadores, para crear uno o varios personajes para quiénes diseñar estos productos), podemos abordar el diseño de una interfaz (así como la creación de cualquier producto) como la construcción de una historia o la elaboración de una narración pensada para una o varias personas.

No deja de ser curioso que en relación a Internet, un medio por definición no lineal, discontinuo, modular o fragmentado, aparezcan tantas referencias a la narrativa, que en su acepción principal se asocia a una forma de comunicar más bien lineal y continua. Cabe ahondar un poco más en el concepto de narración, par ver que no solamente existen las narraciones secuenciales; se puede contar una historia a través de fragmentos, crearla de forma colaborativa y acceder a ella desde distintos puntos de entrada, cómo exploran las narrativas transmedia (también comentadas en algunas sesiones).

Lo que me resulta más llamativo, es el hecho de situar al profesional multimedia, de forma tan clara, en la posición de creador y gestor de historias. Historias creadas para y por usuarios ya que, a diferencia de otros medios, Internet es de los usuarios. Y si vamos todavía un paso más allá del término usuario, y aunque las marcas quieran transformar a los usuarios en consumidores o incluso en fans (palabra que también he oído en bastantes ocasiones), a mi me gusta más decir que la web es de las personas: entusiastas y a las que se puede entusiasmar (el famoso engagement de Guy Kawasaki), a las que les gusta vivir relatos, contar historias y crear mundos.


Cita recomendada: BLASCO, Laia. Había una vez una nube… Mosaic [en línea], enero 2011, no. 83. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/m.n83.1104.

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Acerca del autor

Licenciada en Bellas Artes, Diplomada en Diseño Gráfico, Posgraduada en Estudios de la Cultura Visual por la Universidad de Barcelona y Máster en Aplicaciones Multimedia por la UOC. Es profesora del Grado de Multimedia en la UOC (Universitat Oberta de Catalunya). También ha sido profesora en la Universitat Politècnica de Catalunya, en la Universitat Autònoma de Barcelona y en diversas Escuelas de Formación Profesional. Está realizando el Programa de Doctorado en Tecnologías de la Información y Redes en la UOC. Su foco de investigación artística y académica se centra hoy en el diseño de interfaces mediante la visualización de la información como una herramienta de exploración, experimentación y aprendizaje, y a su vez de reflexión social, cultural y política.