Historia del lengendario sello independiente
La escena musical de “Madchester”
A finales de los setenta, una ciudad industrial y gris, Mánchester, empezaba a convertirse en un llamativo foco musical, con el surgimiento de bandas pospunk y New Wave como Joy Division o The Durutti Column. Grupos de desaliñados veinteañeros alienados convirtieron su tosco sonido de baja fidelidad en emblema de una generación y también de una ciudad que sería apodada «Madchester». Mánchester pasó a formar parte de esa lista de ciudades periféricas que pueden enorgullecerse de dar nombre a una escena musical prominente, al igual que Seattle o Bristol (o en España más modestamente Gijón o San Sebastián). Esa eclosión de música y tendencia culminó con la creación del sello discográfico que destilaría el nervio de la ciudad, Factory Records, creada por el fallecido Tony Wilson, y, posteriormente, la apertura del que fuera el club más mítico de Reino Unido, The Haçienda, que redefinió la cultura nocturna y empoderó a la figura del DJ como nuevo icono de aquel fundacional estilo químico llamado acid house.
Sobre los locos años de Tony Wilson y su sello han corrido ríos de tinta (y celuloide), pero me gustaría poner la mira en, como no podría ser de otro modo, el legado del artista visual de toda aquella vorágine: la obra que el diseñador Peter Saville produjo durante aquella época y que ha sido tan influyente en la cultura pop posterior, desde la imaginería del sello Warp Records hasta diseños de Adidas o Raf Simons.
El universo Factory Records y la cultura pop
Peter Saville, uno de los diseñadores más importantes e influyentes de Reino Unido, comenzó su carrera como director artístico de Factory Records y empezó con muy mal pie. Fue contactado por el periodista y locutor Tony Wilson, que iba a inaugurar una nueva sala de conciertos en la ciudad que se iba a llamar The Factory y que, además, funcionaría como sello discográfico. Influido por Jan Tschichold y La Nueva Tipografía, la abstracción y la escuela de Bauhaus, Peter realizó el primer diseño para ellos, un cartel de inspiración industrial para un concierto de Joy Division y The Durutti Column y lo entregó fuera de plazo, más concretamente al terminar el concierto. Este cartel está catalogado como primera referencia del sello, FAC 1, ya que Wilson no se limitaría solo a etiquetar las referencias de lanzamientos discográficos, sino también conciertos, vídeos, películas, el club The Haçienda —que se llamó FAC 51— e incluso su propio ataúd al fallecer en 2007 —FAC 501—. Dicho cartel es hoy un hito muy reconocible por su diseño minimalista, tipográfico, sintético y racional que lo alejaba de los diseños de carteles relacionados con el rock o el pop de los setenta y también de la estética sucia del punk. Saville optaba por un acabado industrial que bebía más de las fuentes de diseño gráfico antes descritas que del mundo del rock.
Aunque, como club, The Factory duró apenas dos años, Peter Saville continuó como director artístico y socio de Factory Records junto a Wilson, Martin Hannett, Rob Gretton y Alan Erasmus, donde realizó sus trabajos más influyentes y definitorios.
Hablamos por ejemplo, de la icónica portada de Unknown Pleasures (FAC 10, 1979) de Joy Disivion, basada en un viejo grabado de un libro de astronomía que representaba de manera gráfica los latidos electromagnéticos de un púlsar, Saville creó un diseño atemporal que ha sido repetido e imitado hasta la saciedad, de gran impacto y todavía hoy muy enigmático (omitía el nombre del grupo y título del álbum). Hasta 2004 se publicaron más de 500 heterodoxas referencias de las cuales una buena cantidad fueron diseñadas por Saville y su equipo. Además de las icónicas referencias de Joy Division, grupo de muy corto pero intenso recorrido por la prematura muerte de su vocalista Ian Curtis, suya es la autoría de los diseños de la banda que formaron los supervivientes de la banda, New Order.
Al contrario que ocurre con otros grandes diseñadores, el grueso de la obra más emblemática de Saville es su más temprana época, aunque eso no ha impedido que desarrollara una muy interesante carrera post-Factory donde ha colaborado con OMD, Sparks, Roxy Music, Ultravox, Brian Eno & David Byrne, Duran Duran, Pulp, Björk, Suede o Peter Gabriel y con firmas e instituciones como Dior, Estella McCartney, Burberry, EMI o City of Manchester.
El espíritu rupturista
La importancia de Peter Saville radica en que fue un punto de inflexión en la hibridación de música con comunicación gráfica. Alejándose de referentes manidos y habituales (imágenes de músicos para portada) y de las aparatosas portadas de los grupos de rock progresivo, Saville partió de elementos puramente gráficos o bien fotográficos con una marcada vocación icónica (que solían transmitir bastante desolación y soledad por lo general) para conseguir resultados únicos que fueron muy influyentes, sobre todo en el arte gráfico relacionado con la música electrónica emergente. Con una vocación formalista y constructivista, marcado minimalismo y grafismos sintéticos y geométricos (como el sonido que contenía mayoritariamente sus obras), Saville utilizó la frialdad de las formas y los colores básicos, planos y llamativos para ilustrar ese nuevo clima posindustrial de los setenta y ochenta y redefinir, así, la estética del mundo del pop y de una generación mucho más nihilista, cínica y descreída que la hippie. Una generación que buscaba en las pistas de baile y las drogas de diseño una válvula de escape en la asfixiante era Thatcher. Una influencia que no solo se ha visto reflejada en el diseño de portadas y estética de la música electrónica posterior, sino también en otros diseñadores y en el mundo de la moda.
Peter Saville cogió las ideas seminales de Andy Warhol y con un espíritu rupturista revolucionó los códigos de las portadas de discos para siempre y pasó de ser el diseñador que comenzó realizando carteles para oscuras bandas underground que tocaban en sótanos, a ver su obra expuesta en museos y reivindicada en los libros de la historia del diseño.
Al fin y al cabo, fue el responsable de ilustrar e inmortalizar gráficamente el latido de una ciudad durante una década que todavía hoy, casi cuarenta años después, no se ha apagado del todo.
Enlaces relacionados:
Documentación:
- Artículo EL PAÍS sobre Factory Records
- Artículo EL PAÍS sobre Peter Saville
- Artículo INDIEHOY sobre Factory Records
- Artículo EL PERIÓDICO sobre The Haçienda de Mánchester
- Entrevista de SUMMA A Peter Saville
- Artículo THE GUARDIAN sobre Peter Saville
Cita recomendada: AZORÍN PUCHE, José Miguel. Gráfico del latido de una era. Peter Saville y el legado de Factory Records. Mosaic [en línea], febrero 2019, no. 168. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/m.n168.1914.
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