Etiquetado social en la web 2.0 como herramienta para profesionales de la información
El potencial, pero sobre todo la explosión de contenidos, que ha traído la web 2.0 ha supuesto que el etiquetado de contenidos traspase por necesidades de la praxis los límites del profesional. El usuario participa desde hace tiempo de manera más bien inconsciente y por varias vías en la descripción de contenidos a los que se puede acceder libremente en la red, en una suerte de trabajo de colaboración llamado etiquetado social. Este fenómeno puede ser una buena ayuda al trabajo global y planificada por profesionales de descripción de colecciones multimedia accesibles en línea.
Expliquemos cómo funciona. Hablemos de metadatos y etiquetas
El etiquetado social se basa en habilitar a los usuarios para clasificar en categorías mediante la asignación de etiquetes o tags, participando en la organización de la información. Una etiqueta es una palabra clave que se añade a un documento digital, que puede ser un sitio web, una imagen en una red social o un vídeo, entre otros. La asignación de estas etiquetas describe el documento y facilita la localización y recuperación de la información y de los contenidos.
Una etiqueta es en definitiva una palabra clave, normalmente listada en un repositorio y asignada a un dato. Las etiquetas son en consecuencia un tipo de metadato, puesto que proporcionan información que describe un dato concreto. Los metadatos suelen definirse coloquialmente como un dato sobre otro dato y usualmente forman parte de sistemas estructurados.
La diferencia entre las etiquetas o tags que usan algunos portales 2.0 y las palabras clave tradicionales útiles en muchos procesos de documentación como descriptores es que las tags son elegidas bajo su criterio por los usuarios del repositorio o libremente, como es el caso de YouTube por el perfil autor del documento o vídeo. A diferencia de otros sistemas de clasificación, en los sistemas basados en etiquetas no se requiere que haya un esquema de clasificación previo o un tesauro como base para la clasificación. En los sitios web y herramientas 2.0 que permiten etiquetar sus documentos, la colección de etiquetas se denomina folcsonomía (Van der Wal, 2005).
Como hemos dicho, tradicionalmente, los metadatos y las etiquetas eran creadas por profesionales, que seguían reglas concretas y esquemas fijos de catalogación, que usaban vocabulario técnico para describir la información. El sistema de clasificación y recuperación de la información tratada por profesionales suele ser fiable, metódico y sistemático pero no está preparado para asumir el alud de documentación digital que se genera a diario. La web 2.0 ha dado un salto al democratizar la creación y edición de contenidos documentales digitales. Todo el mundo puede publicar directamente un documento en la red y este hecho lleva asociado un problema de escala, puesto que hace muy difícil la catalogación de la enorme cantidad de información contenida en internet. Una alternativa es contar con la ayuda del usuario, haciéndolo partícipe del sistema, para que contribuya aplicando etiquetas.
Veamos cómo evoluciona. De los marcadores de enlaces a los tags para documentos audiovisuales
El punto de partida es la web interactiva, basada en la participación y en el concepto 2.0. Ya en los primeros blogs se proporcionaban enlaces web y comentarios descriptivos sobre ellos.
Los marcadores son enlaces a sitios y páginas web que guardamos para facilitar su posterior localización y acceso. Hay navegadores que incorporan a sus funcionalidades un sistema de creación de marcadores o favoritos para guardar enlaces a sitios web y utilizarlos en nuestro equipo habitual, pero también hay servicios en línea que nos permiten recuperar los marcadores accediendo a su portal a través de internet. El sitio web Delicious fue uno de los primeros referentes por el uso de etiquetas o social bookmarking. Los usuarios del portal almacenan, organizan, comparten, buscan y recuperan sitios web de su interés a través de lo que podemos denominar website bookmarking. Es posible acceder desde cualquier ordenador y compartir los enlaces con otros usuarios. El calificativo de social a estos marcadores es porque se pueden compartir con otras personas creando redes sociales o grupos. Cuando un usuario crea un marcador le asigna libremente unas etiquetas o tags, que incluyen el recurso dentro de unas determinadas categorías contribuyendo a su descripción.
Una alternativa a Deliciuos es Mister Wong, uno de los portales de marcadores sociales más importante de Europa, disponible en varios idiomas y donde los marcadores pueden ser guardados de forma pública o privada. Es posible crear grupos públicos o privados y se pueden agregar como amigos otros usuarios con selecciones que puedan ser de interés, siendo posible compartir sus favoritos fácilmente. Cuenta también entre sus ventajas el hecho de tener botones para blogs y plugins para WordPress, así como la posibilidad de publicar y recomendar los marcadores en Twitter. También BlinkList o Furl pueden ser una buena opción para marcar y compartir enlaces.
Los recursos mencionados permiten al usuario la localización de recursos en categorías específicas, utilizando varios criterios para la busca de los recursos marcados en función del portal, como por ejemplo las veces que se ha visitado o los votos de los usuarios.
La idea de etiquetado se ha ido ampliando hasta generar lo que se ha denominado nube de etiquetas o tag clouds, que no es más que una representación visual de las etiquetas asignadas a un sitio web.
El gestor o el automatismo que se encarga del etiquetado del portal forma grupos de etiquetas que se suelen presentar gráficamente como una nube en la que cuanto mayor es el tamaño de la fuente usada para mostrar el nombre de la etiqueta, mayor es la relevancia que se le atribuye. La frecuencia de uso suele ser el criterio más utilizado. En el caso de los blogs, en muchos casos es posible añadir una nube de etiquetas propia del blog en la que el tamaño de la fuente indica la cantidad de entradas asociadas a cada etiqueta, cuantas más entradas, mayor será la letra.
El etiquetado en colaboración y la posibilidad de compartir en línea este etiquetado ha cambiado el modo como se genera y consume un contenido multimedia. El concepto de etiquetado ha traspasado el ámbito del marcado de sitios web y ha llegado a los servicios o portales que tienen la documentación audiovisual como objeto de su trabajo. Portales como Flickr para imágenes o YouTube para vídeo permiten y facilitan el etiquetado social a sus usuarios.
Socializando la descripción
Hace tiempo que los tesauros y las taxonomías, con las relaciones complejas entre términos que implican, han ido perdiendo fuelle respecto a las listas de palabras claves en proyectos de clasificación documentales de pequeña y mediana envergadura. En un contexto informacional donde la interacción con el usuario es clave y la web social ineludible, un sistema de etiquetado en el que tenga cabida el consenso del usuario tiene ventajas que necesariamente han de imponerse. La agrupación de descriptores que libremente crean los usuarios se denominan folcsonomías (folk = gente, pueblo y taxonomy = clasificación). Estas listas no suelen presentar una jerarquía o relaciones de parentesco directamente especificadas entre los términos y permiten el intercambio de opiniones o feedback sobre los documentos, puesto que son los usuarios quienes deciden qué etiquetas les otorgan, dentro de una lista predeterminada de descriptores diseñada por el gestor o un grupo reducido de usuarios con perfil de administrador del sistema (folcsonomía estrecha) o libremente (folcsonomía amplia).
La folcsonomía surge cuando varios usuarios colaboran en la descripción de un mismo material informativo y su valor es que los usuarios pueden utilizar su propio vocabulario para aportar explícitamente un valor añadido al contenido que están consumiendo, tanto en su rol de usuarios como de productores. Una folcsonomía encarna al mismo tiempo todas las oportunidades y las amenazas en la organización de la información. Al haber poca o nula gestión por parte de profesionales en el etiquetado, aparece también la imprecisión y la ambigüedad que los sistemas formales de gestión de la información están en disposición de evitar. En cambio, la descripción libre y social implica activamente al usuario en el sistema organizativo, genera empatías y acerca al público al consumo de información. De este modo, un determinado público con vocabulario análogo actúa como un tipo de filtro humano para otros usuarios. El hecho de que se generen etiquetas continuamente posibilita descubrir tendencias e intereses emergentes a los que se puede atender para gestionar y compartir.
Sistemas de etiquetado social
Uno de los portales más conocidos de los que permiten etiquetado social es YouTube. Representa uno de los ejemplos más claros de creación de metadatos por los propios autores de la información, es decir, que los autores proporcionan metadatos descriptivos o etiquetas que crean sobre sus propios vídeos en el momento de subirlos al servidor del portal. También permite a los autores recuperar y ordenar sus etiquetas.
Este autoetiquetado que aplica YouTube alivia notablemente la carga de trabajo que tendría el portal web si tuviera que clasificar de manera centralizada todo el volumen de documentación audiovisual que le llega a diario. De este modo también disminuye enormemente el coste del mantenimiento de la web. Ahora bien, los eventuales usuarios de la información accesible desde YouTube quedarían así desconectados o fuera del proceso si no fuera por las funcionalidades de web social que pone a disposición el portal.
Así pues, como usuarios podemos marcar si nos gusta o no un determinado vídeo, podemos compartirlo, comentarlo, pero sobre todo permite añadir vídeos a listas, añadir comentarios a cada documento de la lista y comentar la lista en cuestión.
Hasta aquí un modelo en el que la categorización de los contenidos la hacen los autores y los usuarios, donde cada persona puede ejercer los dos roles en un portal de empresa privada. El reto del etiquetado social es integrar al usuario dentro de la estructura del sistema de clasificación para capitalizarlo como extensión del trabajo del profesional de la información.
Demos un vistazo para establecer una comparativa con The Commons , un proyecto impulsado por Flickr, uno de los portales líder de la fotografía amateur, que vio la luz en el 2008.
The Commons es un proyecto de coordinación con importantes centros de documentación de todo el mundo para visibilizar colecciones de imágenes que se ponen a disposición del usuario a través de la plataforma de Flickr. El usuario registrado tiene acceso al etiquetado social, pudiendo etiquetar las imágenes añadiendo descriptores de nueva creación libremente, etiquetando personas o añadiendo comentarios a las imágenes. Del mismo modo, los usuarios pueden marcar como favoritas las imágenes que elijan y pueden compartirlas por medio de varias redes sociales.
The Commons arrancó en coordinación con la Library of Congress en su primera fase o prueba piloto. Más tarde se han ido incorporando más instituciones, hasta el punto de que, ante la gran demanda, el portal dio por cerradas durante cerca de un año las incorporaciones de centros colaboradores. La colaboración se formaliza entre el portal y cada uno de los centros de documentación participantes y/o instituciones (bibliotecas, archivos, museos) a través de un contrato que regula la autoría y los derechos de explotación definidos exclusivamente para el proyecto. Las imágenes que se ceden forman parte de colecciones libres de derechos de autor. El proyecto no está libre de puntos de controversia, como son la contradicciones derivadas de los intereses público y privado del proyecto (Koltay , 2010) y la coincidencia de fotografía amateur y profesional.
Desde el punto de vista de los centros de documentación, participar en el proyecto reporta ventajas que se pueden capitalizar en la planificación y la política de gestión de cada ente. La presencia en la web social con sus dinámicas de participación aporta fidelización y captación de nuevos usos y público potencial. Y la comunicación y el valor aportado por los usuarios suma con aportaciones para la catalogación, geolocalización e indexación las imágenes (Freixa, 2012).
Las instituciones que participan en The Commons coinciden en el hecho de utilizar el espacio virtual de Flickr como una catapulta de visibilidad, pero cuentan a la vez con web propia que, en muchos casos, ofrece también acceso a sus fondos y archivos fotográficos. Se puede deducir, por lo tanto,que la presencia en el proyecto no pretende resolver necesidades de archivo y almacenamiento de colecciones, sino que es vista como posibilidad complementaria de divulgación, fidelización de usuarios y democratización del acceso al patrimonio audiovisual por la vía de la comunicación bilateral entre la institución y el usuario final. Los resultados medibles en accesos a las imágenes e interacción con los usuarios han sido sorprendentemente positivos según los estudios realizados (Freixa, 2012).
Toda institución tiene que considerar en la planificación cuál es el alcance del interés de sus fondos, así como el volumen de imágenes que se quiere exponer. En función del número de colecciones publicadas y de sus características, cada centro tiene que prever un procedimiento propio de fidelización de los usuarios. Buena parte de los archivos, bibliotecas y museos, entre otros, que participan en The Commons relacionan estas acciones con los programas pedagógicos y de divulgación. Las instituciones deben asumir, promover y potenciar el diálogo con los usuarios, contemplando cada vez más actividades de autoría y responsabilidad de gestión compartidas.
Inscribirse en el proyecto The Commons presupone tomar partido en el debate sobre la presencia de las instituciones públicas en entornos privados como Flickr y, a la vez, asumir una determinada concepción de los derechos de autor y de la explotación y el uso de los archivos públicos. Flickr, por su parte, incrementa el volumen de contenido de calidad, proyectándose como referente con la divulgación de este patrimonio que viraliza también a través de otras redes sociales por medio de herramientas de sindicación.
Bibliografía
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Cita recomendada: GARCIA GIMÉNEZ, Daniel. Etiquetado social en la web 2.0. Mosaic [en línea], noviembre 2014, no. 122. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/m.n122.1439.
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