Te defines a ti mismo como un autodidacta multidisciplinar y creador digital. ¿Cómo empezaste en este mundo?
Un 22 de julio de 1976 (risas). Bromas aparte, mi carrera profesional en el ámbito de la creación multimedia e interdisciplinar la empecé muy jovencito. Soy natural de Cantabria, donde empezamos desarrollando principalmente piezas musicales y, en general, con mucha inquietud por el ámbito artístico, aunque era un estudiante de ingeniería. Tras mi contacto con Barcelona en 2002, no me lo pensé y me vine a vivir aquí. En esta ciudad es donde empecé realmente a desarrollar el trabajo que hago actualmente. He podido tener el placer de conocer y trabajar con mucha gente increíble de la que he aprendido un montón de cosas.
Actualmente trabajas como artista, colaborador en festivales y profesor en diferentes másters y posgrados, a la vez que participas con otros proyectos tecnológicos y artísticos. En la universidad elegiste Telecomunicaciones y hoy trabajas en el ámbito artístico, ¿cómo has ido trazando el recorrido para conciliar estos dos sectores aparentemente tan dispares?
Esto es debido a las compañías con las que me he ido relacionando siempre. Por suerte o porque así se ha dado, he estado siempre rodeado de gente creativa, artistas e intelectuales que me han hecho ver que hay cosas mas interesantes que desarrollar una carrera puramente tecnológica. Me interesaba más sacar la parte creativa que llevaba dentro y utilizar la tecnología como una herramienta de creación y experimentación, ¡ya sea artística o no! Cuando descubrí el arte multimedia a mi llegada a Barcelona, vi claramente cuál era el camino que quería seguir y mi ventaja como ingeniero me facilitó muchas labores en un campo donde había mucha experimentación artística, pero poca gente técnicamente bien cualificada.
Tienes amplia experiencia en entornos de trabajo colaborativo (Medialabs, workshops, colaboración con otros artistas, comunidades online…), ¿hasta qué punto el trabajo en equipo es importante en el sector en que te mueves y en la creación y producción de tus obras en concreto?
Como he dicho ya anteriormente, te ves forzado constantemente a colaborar con gente diferente. Algunas veces, las experiencias son buenas y repites, y otras no lo son tanto. La ventaja principal es obvia: puedes hacer cosas que, solo, te serían imposibles. Como decían en Barrio Sésamo: “Solo no puedes, ¡con amigos sí!”. En el ámbito multidisciplinar en el que nos movemos o eres un genio y lo haces tu todo (Leonardos quedan muy pocos) o te ves obligado a colaborar con expertos. Lo difícil es hacer funcionar esta colaboración en el tiempo y que no empiecen a surgir problemas de “ego”. Aquí viene el principal problema con el que siempre me he encontrado. Por suerte con el tiempo me he ido relacionando con gente de confianza y tengo un equipo de trabajo alrededor del cual estoy muy contento.
Has trabajado también con muchos grupos de danza y muchos de tus proyectos tienen que ver con arte sonoro. ¿Qué es lo mejor y lo peor de mezclar disciplinas tan diferentes? ¿O acaso no lo son tanto como parece?
Exacto. Realmente no son disciplinas tan diferentes. Tienen puntos en común, todas las artes lo tienen y lo bonito es buscar estos puntos y potenciar ambas cosas buscando las relaciones adecuadas que den como resultado una tercera cosa, más rica y con más fuerza que ambas por separado.
Arduino es una de las plataformas de hardware libre más populares de hoy en día. ¿Qué ha hecho a Arduino tan popular? ¿Qué te ha aportado a ti Arduino y viceversa?
Cuando vi Arduino por primera vez me dio rabia, ya que me pregunté: “¿Por qué no lo has hecho tú antes?” (risas). Yo, antes de que saliera Arduino a finales del 2005, ya llevaba trabajando con tecnologías similares seis años atrás desde mis tiempos de la universidad. Por lo tanto, no es que me afectara mucho al principio, ya que era una plataforma más y yo seguía usando mis microcontroladores alternativos, que son más rápidos y eficientes. Pero cuando conocí a David Cuartielles (uno de los creadores y gran persona), en el primer taller que organicé en Hangar a principios de 2006, vi que el potencial era inmenso por un tema que va mucho mas allá del hardware: “La comunidad”. Ahí empezó una nueva filosofía de trabajo para mí que era el hardware libre, donde constantemente estás en contacto con la comunidad, facilitando mucho la labor y la rapidez en la elaboración de un proyecto electrónico.
Trabajas en Hangar, un centro para la producción e investigación artística de Barcelona que da apoyo a creadores y a artistas y ofrece servicios que se adaptan a las necesidades de producción que surgen en el mundo de la creación. ¿En qué consiste tu trabajo en el centro? ¿Cómo consigue Hangar resolver las necesidades de los artistas?
A principios de 2006, Pedro Soler me dio la oportunidad de trasladar mi laboratorio a Hangar y crear así una nueva área del centro relacionada con la interacción, ya que nos dimos cuenta de que era una necesidad en ese momento. Creamos un espacio de trabajo que llamamos “Laboratorio de Interacción”, donde me encargo, junto a otros técnicos, de dar soporte, atención técnica a artistas/creadores y donde desarrollamos tecnologías abiertas para aplicaciones artísticas. Al mismo tiempo, dirijo actividades de formación, talleres, etcétera. De esta manera, se cubren las necesidades que cada vez más los artistas están demandando. Esto exige un constante conocimiento del medio que está cambiando y evolucionando a velocidades de vértigo.
Llegaste a Barcelona en 2002, pero desde hace poco resides en el campo, en Girona. Aparentemente, son dos modelos muy distintos de vida, ¿qué tienen de positivo y negativo uno y otro?
Pues intento disfrutar de lo mejor que me ofrecen ambos. Trabajo y relaciones, en Barcelona; calidad de vida, en Girona. Ocho años en Barcelona para mí fueron suficientes. Llegué a un momento en el que todo era trabajo y no tenía vida personal, no disfrutaba la ciudad y pagaba además toda la parte negativa, hasta que conocí a la que luego fue mi mujer y nos fuimos a vivir a una masía en Girona. Aquí he podido ver que la vida no es sólo trabajo y a valorar cosas que antes había perdido y que eran muy importantes para mí en la infancia.
El festival de arte, tecnología y sociedad ‘Ars Electrònica’ (uno de los más importantes de Europa) seleccionó este año tu obra ‘The Particle’ para formar parte de la exposición ‘Origin – How it all begins’ (también otros festivales la han seleccionado). Cuando realizas proyectos de este tipo, ¿concibes primero la idea o la planificación técnica? ¿Qué discurso hay detrás de esta escultura en movimiento? ¿Usas Arduino en esta pieza?
Al realizar proyectos siempre parto de una idea o un recurso tecnológico sobre el que quiero profundizar y llevar al máximo de las posibilidades. Durante el mismo proceso de investigación surgen las ideas y los contenidos. Es un proceso emocionante que muchas veces no sabes dónde va a acabar. Esta pieza la concebí como algo puramente experimental, sin ningún tipo de pretensiones, y fue una auténtica sorpresa que haya funcionado tan bien y guste tanto a la gente. La desarrollamos muy rápido, en menos de dos meses, y nosotros mismos nos sorprendimos del potencial. La pieza es una escultura contemplativa que no necesita de palabras para explicarse, ya que se explica ella sola. Hay todo un discurso detrás relacionado sobre todo con el software generativo que la gobierna y la manera en la que se crean y se destruyen los comportamientos sonoro-visuales que aparecen. Me gusta describirla como una pieza de arte generativo, cercana a muchas piezas de software, que se basan en algoritmos matemáticos para crear patrones visuales. La diferencia es que aquí se plasma en formas tridimensionales, ya que el medio de expresión no es una pantalla, sino una estructura en movimiento. Fue creada y coproducida para el festival STROBE’09, festival cuya temática era el “origen de la vida”, al igual que lo era ‘Ars Electrónica’ en esta edición pasada, por lo que encajaba perfectamente en la exposición. La parte de drivers de la pieza está desarrollada con microcontroladores más potentes al sistema Arduino, puesto que se necesita bastante más velocidad de procesado, y esta herramienta en su versión simplificada, por tema de espacio, se nos queda corta. Pero uso el Arduino en la parte de control del motor.
¿Qué le aporta la tecnología al arte?
Todo y nada. Para hacer arte no hace falta tecnología, pero por otro lado para mí hay ciertas herramientas tecnológicas que en sí mismas son una obra de arte (risas). El arte electrónico ya lleva muchos años funcionando como disciplina, no es algo nuevo, sino fijémonos en el ejemplo de ‘Ars Electrónica’ que lleva ya más de 30 años existiendo. Actualmente, no hay grandes novedades ni nuevas propuestas rompedoras, pero lo que sí está cambiando es el acceso democratizado a las tecnologías interactivas, haciéndolas mucho más abiertas y sencillas para los nuevos “artistas digitales”. Antes, uno debía ser ingeniero para trabajar con microcontroladores o programar. Ahora lo puede hacer cualquiera, con un par de semanas de aprendizaje. De esta manera, plataformas “open source” como Arduino, Processing o Pure-Data, que tienen relativamente poco tiempo de vida, están cambiando la manera de trabajar de los artistas actuales. Esto es lo realmente interesante del momento que estamos viviendo. El verdadero potencial del DIY está por venir… La sociedad actual está tomando consciencia de que cada vez necesita menos a las multinacionales y los productos de consumo. Ésta será la siguiente revolución, el logro de la autosuficiencia a través del nuevo modelo del “tú puedes hacerlo”. En eso consiste parte de mi trabajo.
Una de las principales posibilidades que brindan las nuevas tecnologías e Internet es que cualquier usuario puede convertirse en creador, ya que tiene a su alcance los medios necesarios para hacerlo. ¿Si hay más gente que crea hay más arte? ¿Afecta esto a la calidad de los trabajos? ¿Se democratiza así el arte?
Obviamente afecta a la calidad, ya que hay mas gente haciendo “arte” y muchos denominados “artistas” realmente no saben muy bien lo que están haciendo. Sólo hacen esto porque está de moda Arduino, Processing, etcétera. Éste es el problema también de democratizar tanto la tecnología. Se facilita hasta tal extremo, que los creadores únicamente tienen que seguir tutoriales para que algo relativamente complejo hace unos años ahora funcione a la primera. El problema es que no entienden cómo funciona, la técnica no la digieren, por lo que muy pocos le sacan verdadero rendimiento a estas herramientas. Aquéllos que consiguen dominar los nuevos lenguajes son los que realmente consiguen llegar más lejos y, por ende, hacer cosas novedosas y originales en este campo.
Hace poco habéis iniciado el proyecto MID (Media Interaction Design), un estudio de diseño interactivo con base en Barcelona que es, a la vez, tu primer proyecto como empresario. ¿Cómo se incentiva en España este tipo de empresa innovadora?
Sí, es un proyecto que ya viene funcionando desde hace dos años. Aunque yo vengo desempeñando mi labor de freelance desde hace ya ocho, por lo que tengo bastante experiencia acumulada. Como estudio MID, hemos desarrollado ya multitud de proyectos interesantísimos, pero oficialmente no verá la luz hasta principios del año que viene. Respecto a tu pregunta, me da risa, porque incentivos no hay, pese a lo que puedan vendernos. Es una vergüenza lo que está pasando actualmente en este país a nivel político: donde debería haber herramientas para salir de la crisis ayudando a lanzar nuevas empresas innovadoras, no hay más que palabras bonitas. Así que si uno quiere tirar adelante un proyecto así, no puede depender de nadie y debe luchar por lo que cree. Sólo te digo que comenzamos a mirar más hacia países extranjeros que a trabajar aquí donde el futuro está bastante gris.
Cita recomendada: BERGA, Quelic; PÉREZ, Beatriz y BLASCO, Laia. Álex Posada. Mosaic [en línea], noviembre 2011, no. 91. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/m.n91.1148.