Universitat Oberta de Catalunya

Aplicaciones Contextuales, parte I

En qué punto nos encontramos

Antes de ir al grano, me parece interesante echar una mirada hacia atrás y fijarse en el modo en que la tecnología (en este caso hardware), sistemas de comunicación y usuarios han crecido hasta llegar al punto en el que nos encontramos hoy.

Hace no demasiado tiempo, el usuario estaba anclado a una silla, delante de un ordenador de sobremesa de dimensiones considerables que no podía sobrevivir sin un cable conectado a una red eléctrica, y otro cable que era la fuente de toda su información. Y llegó el portátil y las redes inalámbricas, y los usuarios se dieron cuenta de la comodidad de poder trabajar o divertirse en diferentes lugares con un mismo equipo. Y después llegaron las PDAs, y después los smartphones, y más tarde llegó el iPhone, y después…. la revolución!

Los usuarios fueron descubriendo que existía un mundo más allá de un equipo de sobremesa, donde seguir conectados para trabajar, informarse, divertirse o simplemente comunicarse.

En todo este caminar Internet no se quedó mirando, fue madurando y tomando una dirección que hoy en día es su principal motor: los usuarios. El objetivo actual de este ecosistema siempre es acercarse más al usuario, dotarle de herramientas e información que sean parte de su día a día y sobre todo que le involucren. Han descubierto que el usuario no quiere tener un papel pasivo, sino que quiere formar parte del sistema, generando contenido de forma explícita o implícita, directa o indirectamente.

Aplicaciones  Multidispositivo

Si los dispositivos y las comunicaciones han evolucionado hacia el usuario, el software no se ha quedado atrás. Podríamos analizar este proceso en aplicaciones de escritorio, pero vamos a centrarnos en el auténtico ojo del huracán a día de hoy, que ha conquistado la atención de los usuarios, para consumir gran parte de su tiempo: las aplicaciones en la nube, redes sociales y servicios basados en Internet que amplían como nunca las posibilidades del usuario de trabajar, comunicarse, compartir, entretenerse o informarse.

El navegador ha sido indiscutible protagonista hasta hace bien poco de este nuevo escenario, siendo la principal plataforma que el usuario tenía para interactuar con estos servicios. Hoy en día esto está cambiando con aplicaciones que dan al usuario un mismo servicio en multitud de dispositivos: las aplicaciones multidispositivo.

Aplicaciones Contextuales

¿Entonces una aplicación contextual es una aplicación multidispositivo? Sí y no.

Uno de los factores principales en el contexto del un usuario al emplear una aplicación es la ubicación, que normalmente va muy relacionado con el tipo de dispositivo que se emplea para conectarse a ella. En ese sentido podríamos decir que una aplicación contextual es una aplicación multidispositivo, pero las aplicaciones contextuales van mucho más allá del mero hecho de emplear diferentes dispositivos para su uso.

El contexto de un usuario a la hora de emplear una aplicación está formado por muchísimos factores, que pueden estar o no relacionados con las funcionalidades de la aplicación. Factores como el lugar, el momento, la inmediatez, la movilidad, el ambiente (laboral o de ocio), la atención que pueda prestar el usuario a la aplicación, las distracciones, los mecanismos de interacción con la misma que proporciona el dispositivo desde el que accede, características propias del usuario como sexo, edad, gustos,… y en función de cada aplicación cada uno de estos y otros factores toman diferente peso y relevancia.

Una aplicación que simplemente lee feeds de noticias, tiene una clara tendencia a ser una aplicación multidispositivo, de manera que el usuario pueda acceder desde un ordenador personal, un smartphone, una tablet, una consola de videojuegos o incluso un televisor.

Pero, ¿eso la convierte en una aplicación contextual? La respuesta es no. Las aplicaciones contextuales nacen de la necesidad del usuario de interactuar con ellas de diferentes formas, manejando diferente información en función de un contexto completo y no solamente en función del dispositivo que se emplea.

Para explicar esto, pongamos un ejemplo. Synctur (uno de los proyectos en los que llevamos trabajando varios años) es una plataforma de contenidos turísticos a la que se accede a través de aplicaciones contextuales. La plataforma tiene como objetivo principal servir al usuario contenidos turísicos de calidad, mejorando la experiencia de usuario a la hora de acceder a dichos contenidos, principalmente en función del contexto en el que lo hace. Para ello Synctur cuenta con aplicaciones de escritorio, web, smartphone como android o iOS, tablets y en un futuro televisión. Cada uno de estos modelos cubre o cubrirá diferentes contextos en los que el usuario tiene diferentes objetivos y situaciones cuando trabaja con ella.

La aplicación web y la de escritorio le dan al usuario un acceso cómodo, con pantallas amplias, una buena conexión a Internet y mecanismos de interacción tan precisos como un ratón o un teclado convencional. Normalmente el usuario se conecta con tiempo suficiente como para planear un viaje, y sin las distracciones habituales que tienen lugar cuando uno está en movimiento. En este escenario, es lógico pensar que funcionalidades como planificación de viajes, marcado de favoritos, comentarios, etc. son imprescindibles y útiles para él.

Cuando ese mismo usuario está al pie del cañón en el destino turístico, su contexto, necesidades y capacidades de interacción cambian radicalmente. Tiene en su poder un  dispositivo pequeño, que con suerte (no siempre) cuenta con una pantalla táctil, y un teclado de dudosas capacidades. En este escenario hay información y funcionalidades que pasan a un segundo plano: textos largos, formularios (que por muy simples que sean siempre son un reto en un dispositivo), complejas interacciones… y nos introducimos en un mundo de absoluta simplicidad y de inmediatez, que debería tener en cuenta la planificación que hicimos días atrás en la comodidad de nuestro hogar. Malas conexiones que requieren contenidos optimizados al máximo, contenidos servidos bajo demanda, falta de tiempo que clama por listados ordenados en función de criterios como la proximidad (geolocalización), mecanismos directos de contacto como teléfonos (accesibles con una simple pulsación), mapas que nos orientan sobre el terreno, sobre lugares clave cercanos, e incluso, que nos muestren el camino para llegar. Servicios complementarios como predicción del tiempo, traductores o un conversores de moneda, aparecen en escena cuando en el anterior contexto no tenían demasiado sentido.

Y si queremos ir un paso más allá, en la televisión, o en el calor del hogar sentado en un sofá con una tablet, podremos rememorar lo fascinante de aquél viaje con las fotografías que tomamos, los videos de los lugares donde estuvimos y que marcamos allí mismo como favoritos, e incluso animarnos a comentar lo bueno de aquél restaurante para que otros usuarios puedan disfrutar de él, o compartirlo en nuestra red social favorita.

Para poder lograr esta contextualización en nuestras aplicaciones, debemos precisamente descontextualizar la información que es la pieza clave del puzle, tenemos que lograr aislar el núcleo que mueve al usuario de las herramientas que usa para acceder a ella. Y vestirla para la ocasión con el atuendo que más encaja con el momento. Retos como el diseño líquido para diferentes tamaños de pantalla, diseño inteligente para adaptarse a diferentes densidades de pixel en esas pantallas, generación de imágenes al vuelo en el servidor para servirlas a medida del dispositivo, optimización total de los datos para acelerar tiempos de descarga y costes, sistemas de cacheado de información para su consulta offline, geoposicionamiento de la información, acceso al GPS, integración con le dispositivo que consulta la información… se convierten en muchas ocasiones en nuevas vías de mejorar la experiencia de usuario gracias precisamente a cada contexto.

El resultado es en esencia una aplicación contextual que acompaña al usuario en toda la experiencia de uso, de manera que con una sensación de continuidad, el usuario emplea diferentes versiones de una misma herramienta que se adapta para facilitarle la vida en cada contexto, no solo solventando las limitaciones inherentes a cada uno de ellos, sino aprovechando las ventajas propias de los mismos, para abrirle nuevas posibilidades en su uso.


Cita recomendada: GONZÁLEZ SANCHO, Marcos. Aplicaciones Contextuales, parte I. Mosaic [en línea], abril 2011, no. 86. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/m.n86.1120.

Acerca del autor

Marcos González Sancho

Dirige su propio estudio [Q] interactiva, dedicado al diseño gráfico, web y multimedia, y más recientemente la dirección técnica de Infocket, empresa dedicada en exclusiva a soluciones en movilidad, de la que es socio fundador. Participa activamente en la comunidad como co-manager del Spanish Mobile Adobe User Group ( www.blocketpc.com), y organiza anualmente desde 2003 los Talleres de Verano Subflash, además de colaborar con diversas publicaciones nacionales. Ha sido speaker en el Adobe MAX Chicago 2007, Adobe Live España 2007, Campus Party Valencia 2008, Gamelab 2008 y 2009, European Elearning Summit Nottingham 2008, Adobe Hispano 2009 y 2010 entre otros, así como jurado en diferentes concursos internacionales como el Flash Lite Game Contest de 2007. Es Adobe Flash Lite Certified Expert y Adobe Flash Lite Certified Instructor gracias a lo cual su estudio es el único partner oficial de Adobe para formación especializada en Flash Lite y dispositivos en España, impartiendo cursos para universidades, empresas y grandes centros de formación, como video2brain en Austria.