Universitat Oberta de Catalunya

La fotografía espeleológica digital

La era analógica

La fotografía en cavidades fue en cierta manera la causante del reconocimiento en mayor o menor medida de la espeleología como una actividad realmente interesante, cambiando su definición de “actividad para sufridores que les gusta destrozarse las rodillas, mancharse de barro y cansarse para no conseguir nada” a la de “ciencia que estudia la naturaleza, el origen y formación de las cavernas, su fauna y flora”. Gracias al trabajo de estos dedicados “sufridores” que fotografían las entrañas de la tierra, se reconoce a la espeleología por la importancia que tiene, tanto a nivel geológico como histórico o biológico.

Cova de Na Mitjana (Mallorca). Gracias a la fotografía espeleológica podemos disfrutar de estos lugares de ensueño. F/3.2 2 s  ISO100

Los primeros fotógrafos no lo tuvieron nada fácil. Empleaban polvo de magnesio para iluminar sus tomas, usando bastante tiempo en la colocación y composición del escenario de la fotografía. El uso de cámaras réflex, totalmente manuales, les condicionaba a un solo disparo, con la consiguiente lotería de posibilidades ya que debían acertar el ISO de la película, el diafragma, la velocidad de obturación y la correcta iluminación basándose únicamente en su experiencia personal. Por lo tanto, lo normal era: hacer la foto, volver a casa, revelar el negativo, darte cuenta de lo que no había salido bien y tener que volver a la cueva a repetir la fotografía un par de veces más.

Otro gran problema era el del encuadre. No existía la previsualización y se debía observar únicamente por el visor. Podemos imaginarnos lo que debe ser encuadrar a un diminuto espeleólogo, cuya única referencia para situarle es la luz que porta en el casco, situado en el centro de la Sala de la Verna (Francia), cuyas dimensiones son de 270 metros de longitud, 230 metros de ancho y 180 de altura, es decir, 62.100 metros cuadrados de oscuridad. Este tipo de problemas se solucionaban uniendo técnicas de topografía y fotografía, orientando la cámara mediante brújula y clinómetro. Por supuesto, aplicar la regla de los tercios a una composición de este tipo era pura coincidencia.

En la década de los 60 empezaron a aparecer los Flash Bulbs o bombillas de magnesio, las cuales nos ofrecían unos números guía bastante potentes (entre 35 y 160) a cambio de un alto precio para la economía del fotógrafo, que debía apostárselo todo a una única toma si no quería la ruina económica. Como los grandes problemas se resuelven con gran imaginación, los fotógrafos de aquella época empleaban varias cámaras dispuestas en una regleta con distintos diafragmas y sensibilidades, creando un horquillado de tipo manual que les ahorraba tiempo, trabajo y dinero. Este tipo de bombillas aún se utilizan en la fotografía subterránea, aunque su adquisición no es ni barata ni fácil. Antaño requerían el uso de filtros para compensar su temperatura de color o el uso de películas de tipo T (Tungsteno).

El uso en fotografía de la luz de la llama de acetileno que porta en su casco el espeleólogo para su propia iluminación creaba un efecto todavía más rojizo que el magnesio al trabajar con una temperatura de color más baja (2400 grados Kelvin), requiriendo también el uso de filtros para su compensación.

Coves de Campanet (Mallorca). Para esta fotografía se hundió en el agua una luz de buceo, atada con un hilo de pescar para su posterior recuperación, creando un interesante efecto. F/4 15s ISO100

El equipo digital

La época digital llegó y comenzaron a utilizarse las cámaras compactas digitales, las cuales disponían de algunas funciones manuales que permitían modificar el diafragma y la velocidad de obturación flexibilizando las posibilidades de iluminación al permitir disparar varios flashes electrónicos, los cuáles también se popularizaron de forma vertiginosa en esa época. Dichas cámaras eran ideales ya que ofrecían un cuerpo más o menos robusto con un peso muy ajustado, cosa de agradecer a la hora de transportar el equipo durante horas bajo tierra. Estas cámaras normalmente no permitían el acople de objetivos ni disponían de posición B limitando las posibilidades de los fotógrafos más exigentes y defensores de las cámaras réflex.

Cova de Sa Campana (Mallorca). Las grandes dimensiones de la sala limitan la zona visible a unos pocos metros fundiéndose el resto con la oscuridad. F/4.5 30s ISO200

Al poco las cámaras compactas comenzaron a incorporar una pantalla de previsualización de la escena resolviendo en gran medida los problemas de encuadre y economizando el número de disparos al poder observar como sería el resultado mientras se modifican los parámetros de diafragma y obturación. También comenzaban a permitir el acople de cierto tipo de objetivos que mejoraban las prestaciones de la cámara. Finalmente, con la competencia por el mercado de las cámaras réflex digitales, los espeleólologos comenzaron a utilizarlas, ampliando enormemente los márgenes de ajuste, la variedad de objetivos, la calidad de las tomas, la cantidad de accesorios a utilizar y, en definitiva, las posibilidades fotográficas. Se fueron incorporando funciones muy útiles para el espeleólogo como el horquillado automático o bracketing que permitía experimentar con varios diafragmas en un solo disparo. Los sistemas de almacenamiento, baterías y formatos de grabación mejoraron permitiendo a Photoshop y al RAW transformar las fotografías, ampliando el horizonte artístico y corrigiendo los errores de iluminación frecuentes en la fotografía de cavidades, sin estropear el original de la misma como ocurriría en un formato JPG.

Pero no todo fueron ventajas. Los equipos se volvieron mucho más frágiles respecto a sus antecesores analógicos, el condicionamiento al uso de baterías dentro de un ambiente húmedo requería la previsión de varias unidades mientras que sus respectivas analógicas totalmente mecánicas siempre funcionaban. Un par de inconvenientes que no superan en absoluto la multitud de virtudes que ha aportado la fotografía digital a la espeleología.

Avenc de Fra Rafel (Mallorca). El contraluz es una técnica muy productiva en fotografía espeleológica consiguiendo espectaculares tomas. F/4.5 30s ISO100

La iluminación

Posteriormente a la época del magnesio y de los Flash Bulbs se empezaron a utilizar los flashes electrónicos y los sistemas con sensor TTL, los cuales realizan la función de fotómetro de la luz reflejada. Dichos flashes aportan flexibilidad en su colocación independientemente de la cámara al poder ser disparados a distancia mediante células fotoeléctricas, disparadores vía radio o mediante el accionamiento manual de un espeleólogo que puede situarse camuflando el flash tras de sí.

De estos sistemas el más utilizado es el manual ya que el de célula fotoeléctrica tiene el inconveniente de tener que estar “visible” para captar la luz del flash que lo acciona y el sistema de radio es bastante caro además de causar problemas de sincronización del flash. Actualmente se comercializan sistemas de retardo del flash para este tipo de sincronizaciones que solventan este problema. Los flashes electrónicos suelen tener números guía entre 12 y 60 y trabajan con una temperatura de color de 5500 grados Kelvin que equivale a la luz de día, por lo que no requiere el uso de filtros para su compensación. Como inconveniente podemos señalar la ingente cantidad de pilas que consumirá nuestro flash al trabajar en un ambiente húmedo, por lo que es recomendable el uso de pilas recargables.

Cova des Pirata (Mallorca). Esta fotografía fue iluminada mediante flashes electrónicos laterales y con la llama de acetileno que porta el espeleólogo en el casco. Podemos observar la diferencia de temperaturas de color de las dos iluminaciones: blanca la de los flashes y rojiza la del acetileno. F/3.2 2s ISO100

Últimamente la proliferación de la iluminación mediante LEDs en la espeleología ha aportado menos contaminación que la luz de acetileno, un sistema de luz de bajo consumo de baterías, poco peso y tamaño, gran longevidad y una mejor economía. Existen linternas de diversas potencias y número de LEDs, además de superLEDs como son los de Luxeón que nos aportan mediante una única bombilla hasta 8w de luz. Los LEDs pueden variar en su temperatura de color produciendo efectos como los de los flashes electrónicos o, en ocasiones, tonos ligeramente verdosos.

Avenc de Fra Rafel (Mallorca). En esta fotografía se observa como se echa a perder una buena toma por efecto de los “fantasmas” que aparecen al moverse el modelo y la cuerda con una velocidad de obturación lenta. La solución de esta foto fue el retoque informático. F/4 5s ISO400

La técnica de iluminación para la fotografía subterránea requiere un 80% de imaginación y colocación estratégica de los puntos de luz a utilizar y un 20% de potencia lumínica. El fotógrafo esconde tras los modelos, las formaciones y rocas los flashes, LEDs o puntos de luz a utilizar.

Se impone el uso de trípode ya que normalmente utilizaremos velocidades de obturación de varios segundos que nos servirán para disparar varias veces los puntos de luz y así conseguir mediante la técnica de acumulación de luz una escena mejor iluminada. Este sistema tiene el inconveniente de que si la fotografía contiene alguna persona como modelo, ésta debe permanecer inmóvil para no crear “fantasmas” en la escena.

Cova de Pas de Vallgornera (Mallorca). Un flash escondido tras la columna y disparado vía radio o mediante una célula fotoeléctrica evitaría que una persona tuviera que esconderse tras la misma. F/5 30s ISO100

La utilización de tiempos de exposición largos también nos permite realizar fotografías en las que no disponemos de suficientes puntos de luz y necesitamos cambiarlos de posición o el desplazamiento de un espeleólogo a otro lugar del escenario. Para ello, basta con tapar el objetivo con una tela negra durante los cambios y destaparlo para seguir captando luz. En estos casos se imponen largos tiempos de exposición o la posición B. El uso de un cable de disparo a distancia o el retardador de disparo impedirán que nuestras fotos salgan movidas debido a la manipulación directa de la cámara. Además, permitirá alejarnos de nuestro equipo mientras se realiza la fotografía y evitará que la toma se estropee con el vaho que nuestro cuerpo desprende en un ambiente de humedad.

La imaginación nos puede ayudar a crear diversos artilugios de iluminación y disparo remoto. En la siguiente fotografía podemos ver un flash estroboscópico de discoteca, el cuál dispara luz blanca de xenon a gran velocidad alimentado por una batería y un conversor a 220 voltios. Con ingenio y un timbre de puerta podemos fabricar un disparador vía radio.

Pintando con luz y colores

La mayoría de personas que hayan visitado alguna vez una cueva (no turística) seguramente se sientan defraudadas al observar que una bella fotografía de la cavidad llena de colores y texturas no se parece a lo que ellos vieron “en directo”. En su visita a la cueva los tonos serán ocres o blanquecinos en su mayoría debido a que tanto las paredes, como el techo y las rocas confieren estos colores al entorno enrojecidos tal vez por la llama de su luz de acetileno. Para colmo, el campo de visión suele ser de unos 5 metros quedando el fondo de las salas totalmente oscuras ante nuestros ojos.

Una vez durante una serie de visitas a cavidades en el Pirineo Oscense una de mis compañeras, debutante en la espeleología, me preguntaba… ¿Esta cueva es más oscura que la otra, verdad? Reímos durante varios minutos ya que nos parecía absurda su divagación; ahora que realizo fotografías subterráneas he aprendido que aquella frase no era tan absurda ya que las paredes, rocas y suelo de la cueva reflejan la luz que les proyectamos creando distintos tonos y provocando que, por ejemplo, una cavidad con paredes de barro blanquecino sea más luminosa que otra de paredes marrones. Entra en juego nuestra gran aliada para “pintar” nuestras fotografías: la reflexión de la luz.

Supongamos el ejemplo de un espeleólogo que va vestido con un mono de color rojo y se dispara sobre sí mismo un flash. Las paredes u objetos cercanos a está persona quedarán iluminadas con una luz rojiza ya que el mono rojo ha absorbido parte de la luz del flash y el resto la refleja en el tono del mono. Teniendo en cuenta este aspecto, las posibilidades creativas aumentan enormemente.

Cova de Cornavaques (Mallorca). El espeleólogo dispara el flash hacia él mismo reflejando el tono de su mono rojo en la pared de enfrente. La reflexión de la luz ha pintado la fotografía sin necesidad de Photoshop. F/3.5 5s ISO100

Otro factor a tener en cuenta para mejorar nuestras tomas espeleológicas es la tridimensionalidad del escenario. Es una pena que en una sala llena de columnas, estalactitas, estagmitas y espeleólogos pululando la fotografía no adquiera volumen dejando claro en que lugar de la sala estaba dispuesto cada uno de estos elementos. El flash disparado de forma frontal causa este efecto de fotografía plana, monótona y sin sombras. La forma de evitarlo es perder un poco de tiempo en esconder puntos de luz en los lugares estratégicos e iluminar a los modelos desde zonas laterales o incluso a contraluz. Casi nunca se dispara el flash desde la posición de la propia cámara.

Cova de Fra Rafel (Mallorca). Para esta fotografía se dispararon flashes laterales consiguiendo que la roca adquiera las tres dimensiones gracias a sus sombras y a la ausencia de un flash frontal. F/4.5 10s ISO100

Otras particularidades

Más de una vez me han formulado la pregunta: ¿Por qué siempre figura una persona en tus fotografías?

La fotografía espeleológica pierde totalmente su dimensionalidad al no tener una referencia de tamaño, bien sea una persona de modelo en la foto de una sala o, por ejemplo, un bolígrafo en una macro fotografía de una formación. Es imposible deducir si una roca es realmente una piedra gigante o es una piedrecita minúscula fotografiada de cerca a no ser que coloquemos una persona que nos sirva de referencia. En el caso de fotografía científica se impone que el objeto a colocar esté graduado para saber también sus medidas.

Cova de Sa Campana (Mallorca). Las dimensiones de la sala des Gegants es de 10.000 metros cuadrados y más de 40 metros de altura. La única forma de hacernos una idea de estas gigantescas dimensiones es observando los dos espeleólogos que nos sirven de referencia en la fotografía y que encontraremos si observamos con atención la fotografía. F/5.6 30s ISO100. Iluminación con magnesio.

La fotografía de acción requiere otro tipo de estrategia a la hora de fotografiar ya que normalmente se realizan en posturas de malabarista, arrastrándose en una gatera estrecha llena de barro o colgado de una cuerda a 100 metros de altura. Normalmente serán fotografías disparadas a pulso por lo que debemos tener en cuenta que con una velocidad de obturación más lenta de 1/30 es muy fácil que la fotografía salga movida. En este tipo de fotografías no se dispone de tiempo para preparaciones y el éxito se deberá, en mayor parte, de nuestra pericia como fotógrafos a la hora de captar el momento ideal, el encuadre más espectacular o la perspectiva más ingeniosa.

Cova de Portuguesos (Mallorca). Este es un ejemplo de fotografía de acción en la que cuenta más la perspectiva y captar el riesgo que una elaborada iluminación. F/2.2 1/4s ISO100

Las posturas más arriesgadas e inverosímiles se dan a la hora de fotografiar la acción en una cueva.

Retoque por ordenador

Sin duda, el empleo de los programas informáticos de retoque fotográfico serán nuestros grandes aliados en la postproducción de nuestras fotografías. La modificación más empleada es la de niveles; normalmente utilizada para corregir una fotografía con exceso de píxeles oscuros, y en concreto el brillo y contraste, si solo necesitamos hacerlo en una zona concreta. El tampón de clonar nos servirá para borrar gotas de humedad o agua que se “cuelen” en nuestra fotografía debido a, por ejemplo, una estalactita goteando que no teníamos controlada. Además, con el tampón de clonar borraremos los flashes o puntos de luz que no hayamos escondido bien, las luces de un contraluz que sobresalgan demasiado o posibles “fantasmas” provocados porque el modelo se ha movido en una toma de exposición larga.

Cova de Na Mitjana (Mallorca). Ejemplo típico de retoque: la flecha de la izquierda señala un trozo de mochila que no hemos ocultado bien, la flecha de la derecha muestra una gota de humedad que nos ha estropeado la foto. Usando el tampón de clonar arreglaremos los dos fallos. f/4.5 3s ISO100

La modificación del tono general y el balance de blancos de la fotografía vendrían a sustituir los antiguos filtros cuando una fotografía adquiere una tonalidad no deseada debido a la temperatura de color del foco de luz empleado.

Otra técnica muy útil a la hora de componer una fotografía bien iluminada es la de formar una fotografía a partir de varias fotografías iguales pero con distintas iluminaciones. Imaginemos el ejemplo de tener que hacer una fotografía de una gran sala con un solo flash, podríamos realizar una fotografía con el trípode la cual quede perfectamente iluminada en su lado izquierdo y otra toma en la que el lado derecho sea el correcto. La unión de estas dos fotografías mediante edición resultaría en una única en la cual tanto el lado izquierdo como el derecho quedarían totalmente iluminados.

A la hora de fotografiar una zona acuática, como una sala con un lago, es muy importante saber que si proyectamos nuestros puntos de luz sobre el agua no veremos reflejada en ella las formaciones del techo. Para ello proyectaremos la luz sobre el techo y veremos bonitos reflejos sobre la cristalina superficie acuática.

Cova des Pont (Mallorca). El espeleólogo dispara el flash hacia el techo consiguiendo que se vean los reflejos en el agua. f/5 2.5s ISO 100

Algunas recomendaciones

Para iniciarse en el mundo de la fotografía digital es conveniente tener claro que nuestro equipo va a ser víctima del agua, el barro y sobre todo de los golpes. Es recomendable iniciarse con un equipo compacto que disponga de funciones manuales que permitan variar el diafragma, velocidad de obturación y el ISO. Una vez que hayamos destrozado un par de cámaras compactas y unos cuantos flashes, entonces estaremos listos para comenzar con una buena réflex digital ya que estaremos entrenados para su cuidado en el sufrido medio espeleológico.

Es imprescindible que dispongamos de un trípode que sea ligero y se pliegue lo máximo posible ya que deberemos transportarlo durante horas. Una buena provisión de pilas recargables, algunos trapos para limpiarnos las manos embarradas antes de tocar la cámara y toallitas para limpiar la lente completaran nuestro equipo más básico.

En cuanto al transporte normalmente se realizará en mochilas estrechas y alargadas de espeleología, diseñadas para pasar por sitios estrechos por lo que los maletines rígidos y estancos de fotografía no  caben en ellas. Lo ideal es utilizar bidones estancos como los utilizados en descenso de cañones o rafting. Estos bidones están diseñados para poder ser transportados en las mochilas de espeleología. Deberemos acolchar el interior del bidón con gomaespuma para evitar dañar la cámara con los golpes.

Cuando saquemos nuestra cámara del bidón para realizar las fotografías es recomendable dejar reposar la cámara unos minutos para que se adecue a la temperatura y humedad ambiente, evitando así que se empañe la lente.

Por último reseñar que para iniciarse lo mejor es acudir a una cueva accesible y fácil. Pasaremos muchas horas practicando antes de lograr buenas fotografías. Podemos conseguir que una cueva de poca belleza parezca impresionante, o todo lo contrario, con nuestras fotografías, lo que demuestra que nuestra imaginación y habilidad conseguirán el mejor resultado en nuestras fotografías.

Mi cámara compacta Sony V3 cumplió con creces su cometido en las cuevas antes de ser sustituida por una réflex digital.

Y no olvidar que lo más difícil de la fotografía subterránea no son ni las dos horas de ascensión por la montaña hasta llegar a la boca, ni los 30 kilos de carga que llevamos a la espalda, ni el frío, ni la humedad, ni el cansancio; lo que más cuesta es encontrar compañeros o amigos que te acompañen y aguanten horas y horas de tomas en condiciones muy duras sin pestañear para no estropear la toma.

Bibliografía de interés

Manuales técnicos:

El mejor libro de fotografía espeleológica, escrito por los mejores fotógrafos del mundo. (En inglés):
“On caves and cameras”
Edited by Norman R. Thompson and John Van Swearingen IV
National Speleological Society

Manual sobre técnicas de fotografía espeleológica:
“Fotografía del mundo subterráneo”
Félix Alabart – Inaki Relanzón
Espeleo club de Gracia – Federación española de espeleología

Publicaciones de fotógrafos:

El libro del autor de este artículo, guía espeleológica de Mallorca con multitud de fotografías:
“Mallorca, bellezas en la oscuridad”
Daniel Mayoral – Tomeu Mateu
Editorial Espeleomallorca

Publicación de un pionero de la fotografía digital espeleológica en España:
“Grandes cuevas y simas del mediterráneo”
Victor Ferrer Rico
Editorial Victor Ferrer


Cita recomendada: MAYORAL, Daniel. La fotografía espeleológica digital. Mosaic [en línea], abril 2010, no. 77. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/m.n77.1006.