Universitat Oberta de Catalunya

Diseñando un buen portafolio digital

En el campo del diseño, el portafolio ha sido el instrumento básico utilizado por el profesional para mostrar y acreditar su competencia ante un posible cliente. Hoy, mientras Internet se convierte en el espacio de comunicación central, la carpeta muestrario repleta de documentos evoluciona hacia un escaparate dinámico reflejo de la actividad y capacidad profesional. En este sentido, el portafolio impreso da paso a un repositorio de recursos electrónicos interconectados.

Desde esa perspectiva, las entrevistas a los protagonistas de este artículo permiten observar la forma cómo responden a los retos de tener presencia en la Red y reflexionar sobre las claves que utilizan para este propósito.

Crear un portafolio digital es una de esas claves. La información que contiene el portafolio, obviamente responde a los intereses de la persona que lo crea y mantiene. Dicha información acostumbra a estar organizada en categorías como las siguientes:

  • Información personal: datos de la persona, intereses, opiniones, actividades sociales, lugares visitados, etc. Objetivos y planes.
  • Educación y méritos académicos: Formación, cursos y proyectos.
  • Experiencia profesional: roles ocupados, tareas, responsabilidades, etc.

Para dar credibilidad se suele recurrir a diversas fuentes documentales: fotos, presentaciones, enlaces, comentarios, entre otras.

Cinco pasos para crear un buen portafolio

Desde el punto de vista laboral, el portafolio se convierte en un instrumento para mostrar competencias profesionales y ha de estar en sintonía con el sector al que se dirige. En su blog, el director de Experiencia del Usuario de Google, Jeffrey Veen, resume en cinco pasos las pautas que un diseñador ha de tener en cuenta para crear un buen portafolio:

Utilizar las mejores prácticas. Si el portafolio pretende mostrar que su autor es una persona que sabe de diseño web, debe ser congruente con sus principios básicos: diseño atractivo, fácil de usar, cumplimiento de estándares, control de la tipografía considerando localización del texto y navegación adecuada. El portafolio muestra sutilmente cómo se consideran todos estos elementos.

No innovar. Parece contradictorio, pero no. Si el objetivo del portafolio es mostrar hechos, no debería ser el lugar para realizar experimentos.

Mostrar el trabajo propio. Mostrar imágenes en un tamaño adecuado, ocuparse de tenerlas en un servidor del que no desaparecerán sin nuestro permiso.

Explicar lo que se hizo. Dar detalles del trabajo realizado: para quién era el proyecto, cuáles eran los objetivos, qué tarea concreta realizó, con quien colaboró, etc. Describir y explicar para responder a las preguntas del lector.

Llenarlo. Un buen portafolio debe contener muestras de trabajo auténtico, no es suficiente con mostrar la formación. Para ello no hace falta tener experiencia profesional: sería suficiente con realizar prácticas voluntarias en un caso real.

Crear un portafolio plantea abordar diversas cuestiones:

  • Clarificar objetivos.
  • Decidir la arquitectura de la información, establecer apartados y categorías (etiquetas).
  • Prever frecuencia de actualización, volumen información y tipo de publicación.
  • Elegir herramientas de publicación y actualización.
  • Estructurar la navegación, diseñar la interfaz, elegir la estética.

Herramientas para crear y dar a conocer un portafolio

Entre las herramientas para crear un portafolio personal ganan terreno a los tradicionales editores de HTML como Dreamweaver y FrontPage, las herramientas de creación de blogs como WordPress, una plataforma de publicación personal semántica, como se autodefine; así como Blogger, Typepad, entre otros. En un nivel superior de prestaciones y complejidad figurarían herramientas como los wikis (MediaWiki, TWiki, PmWiki, etc.) y otros gestores de contenidos (Drupal, WebGUI, Joomla, etc). Además del sistema de publicación, cada vez más es necesario incorporar herramientas de recolección y sindicación de información.

En los últimos años, el término e-portafolio ha adquirido cierta relevancia en el ámbito educativo. En ese caso ya no se trata solamente de una tarea individual para presentar formación, experiencia y logros personales. El e-portafolio es parte de una metodología de la institución educativa para mostrar, evaluar y reconocer aprendizajes. Se plantea así una dimensión del portafolio más compleja.

Mientras avanzamos en esa dirección, se confirma que en la sociedad digital los ciudadanos deberemos encargarnos de crear y mantener actualizada nuestra tarjeta de presentación digital. Y no será suficiente con eso. También deberemos vincularnos a redes sociales como parte decisiva de nuestra estrategia de desarrollo y reconocimiento social. Se están consolidando ya redes con esa finalidad, por ejemplo, Alumwire, que busca favorecer el acceso de los estudiantes de esa red al mundo profesional o, LinkedIn, que interconecta profesionales a fin de aumentar su proyección y visibilidad.

La transformación del portafolio

El portafolio ha experimentado una metamorfosis sorprendente desde que iniciara su viaje del papel al soporte digital. Ha pasado de ser un simple muestrario de experiencias, a tener varias connotaciones potenciales: aval de las capacidades y competencias de una persona, archivo de los hitos educativos a lo largo de la vida, instrumento para canalizar el reconocimiento de saberes y experiencias, herramienta de gestión y evaluación de la actividad académica.

La fuerza de esa tendencia hay que encontrarla en la forma tan rápida en que la sociedad actual genera un volumen inabarcable de información. Ello inhabilita a cualquier institución académica para hacerse cargo del archivo documental de las experiencias educativas de las personas. Parece obvio, pues, que parte de la solución radique en que las personas nos ocupemos de esta misión y además ese ejercicio tenga valor.

Surge una nueva tarea para todos: no basta con vivir experiencias educativas, también hay que coleccionarlas y presentarlas digitalmente. Como ciberciudadanos nos toca generar y mantener actualizado el archivo de nuestras experiencias, especialmente de aquellas que consideramos fuente destacada de aprendizaje, tanto formal (a través de un proceso organizado) como informal (a través de una vía espontánea).


Cita recomendada: GIMÉNEZ, Ferran. Diseñando un buen portafolio digital. Mosaic [en línea], diciembre 2007, no. 61. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/m.n61.0741.