No podrás quedarte en casa, hermano.
No podrás encender, apagar y olvidarte
(…) Porque la revolución no será televisada.
Gil Scott-Heron (The Revolution Will Not Be Televised, 1974)
1. Introducción: algo está pasando
La Red está repleta de referencias que, si las buscamos y las ordenamos, pueden ser de gran utilidad. Es obvio que nuestra participación activa como usuarios es fundamental si estamos interesados en un asunto concreto.
El presente artículo tiene un objetivo doble. En primer lugar, pretendemos realizar una lista de enlaces que resulte de valor para quienes estamos interesados en la estrecha relación que guardan la música e Internet. No importa que seamos consumidores o productores de música: la idea es repasar las herramientas y recursos gratuitos que un usuario puede encontrar de utilidad en su relación con la música digital.
Para que la enumeración sea más efectiva, clasificamos los recursos y herramientas disponibles del siguiente modo, teniendo siempre presente que en todo momento hablamos dentro de los límites del libre uso legal:
- Recursos: por un lado podemos encontrar directorios desde los que acceder a archivos de sonido que después podremos utilizar en nuestras propias obras, en otros casos podremos descargar piezas terminadas para nuestro propio consumo. En ambos casos estamos hablando, lógicamente, de recursos gratuitos, de uso libre o bajo licencia de Creative Commons.
- Herramientas: por el otro disponemos de un buen número de herramientas libres para realizar nuestras propias canciones.
Como segundo objetivo, basándonos en la cita que encabeza este artículo, consideramos importante incentivar la participación activa del usuario en esta revolución tecnológica en la que estamos envueltos. Un usuario activo en la búsqueda de recursos y herramientas, en el consumo de las obras disponibles y, por qué no, en la experimentación con el software disponible es, desde luego, de mayor valor que un usuario pasivo. Por extensión, un usuario que, además, expone sus trabajos al público para que el resto pueda aprender de sus aciertos y errores, es también un usuario valioso.
2. Un paseo por la tienda más barata del mundo:
2.1 Recursos musicales:
La mayor base de datos de canciones que un usuario puede descargar, escuchar y distribuir de forma totalmente legal se encuentra, por razones evidentes, en el buscador de Creative Commons. Si seleccionados el formato “audio” antes de realizar nuestra búsqueda podremos acceder a un sinfín de obras publicadas bajo dicha licencia. Incluso podremos elegir una búsqueda de obras cuya licencia permita el uso comercial, o bien podremos buscar las que podemos modificar o remezclar.
En realidad, la búsqueda de contenidos Creative Commons no acaba ahí. El portal norteamericano Yahoo puso en marcha apenas hace unos meses un servicio de búsqueda de contenidos de este tipo. El inconveniente que plantea para nuestro objetivo es que en este caso no podemos seleccionar el tipo de información que buscamos, de modo que para encontrar archivos de audio tendremos que tener más o menos claro qué estamos buscando, para así poder acertar más en nuestra búsqueda. A cambio tenemos una base de datos CC enorme, probablemente más rica que la que Creative Commons aloja en su propio sitio web.
Mención aparte merecen las iniciativas que orientan su esfuerzo hacia la difusión de contenidos musicales bajo licencia libre. En este aspecto CC ha realizado un notable esfuerzo: en colaboración con la revista norteamericana Wired publicó una serie de canciones de artistas de notable nombre que podían ser descargadas por cualquier usuario para que posteriormente fueran remezcladas, los mejores trabajos derivados fueron publicados de nuevo por Wired. El resultado está disponible en la Red, por supuesto: las canciones originales, y las remezclas ganadoras.
Otra iniciativa, quizá más sorprendente, es la de BurnStation, un grupo de jóvenes apasionados por la libre difusión de la cultura que en su locura aunaron esfuerzos para presentar una plataforma que indexara diversos netlabels y que, al mismo tiempo, permitiera al usuario elegir sus canciones favoritas de entre las disponibles y grabar su propio CDR.
El fenómeno de los netlabels es representativo del proceso de democratización digital que estamos viviendo poco a poco: modestos sellos discográficos que reúnen a un número más bien limitado de artistas (que normalmente producen con sus propios medios en casa, generalmente música electrónica) y que publican las canciones de éstos sólo a través de Internet, en formato mp3 y bajo licencias de libre uso.
La plataforma Burnstation está en gira por diversas ciudades europeas (algunos afortunados pudieron probarla en la primera edición de Copyfight, celebrada el pasado mes de julio en Barcelona), pero lamentablemente no es posible acceder a todas sus funcionalidades desde Internet. Sin embargo, mientras esperamos a su próxima visita, podemos visualizar un videoclip que explica su funcionamiento. Incluso podemos tomar la idea y buscar canciones por nuestra cuenta, en Internet hay numerosas listas de enlaces a netlabels.
También resulta de utilidad acceder a Unit-E, una comunidad donde los usuarios intercambian su música libre y se aconsejan mutuamente.
En el caso español no encontramos demasiadas referencias interesantes. Cabría destacar el esfuerzo que el grupo de música de Barcelona La Mundial está realizando por compilar enlaces de música libre hecha en España.
El caso de The Free Sound Project es realmente útil, se trata de una gran base de datos (alojada en los servidores de la Universitat Pompeu Fabra) donde un buen número de usuarios suben sus samples, bleeps y otros tipos de grabaciones sonoras para que el resto puedan utilizarlos libremente, puesto que están protegidos, de nuevo, bajo licencia Creative Commons.
Otros sitios similares, que compilan sonidos de libre uso o información al respecto son: Cepstral (grabaciones de voces, puedes generar tu propio texto y elegir un texto para el ‘robot parlante’), A1 (efectos), StoneWashed (más efectos). DevDsp (información musical con un ojo en el software libre).
2.2 Herramientas:
El caso de las herramientas de libre uso es menos frecuente que el de los recursos, casi inagotable. De todos modos, existen algunas disponibles, y está claro que la utilidad de las mismas no está reñida con el tipo de licencia que poseen.
Buzz es un secuenciador modular para PC que goza de bastante popularidad entre algunos productores de música electrónica, ya que es el más sencillo de utilizar. James Holden, creador del sello Border Community, según las críticas uno de los más punteros del panorama electrónico europeo, asegura haber comenzado su andadura como productor iniciándose con Buzz, y que todavía (después de publicar algunos de los hits que más han sonado en determinado tipo de clubes del continente) hace uso de él para estructurar sus canciones.
Entre sus puntos fuertes, además de su gratuidad y facilidad de uso, destacan la velocidad con la que es capaz de tratar los archivos, su parecido con los secuenciadores ‘físicos’ tradicionales es altísimo y además sus creadores publican plug-ins con muy diferentes funciones de forma habitual.
Audacity es un programa bastante distinto al anterior, se trata de un grabador de sonidos que funciona con casi todos los sistemas operativos. Aunque también tiene funciones de edición, basa su potencia en sus funciones de grabación. Permite grabar de muy diferentes fuentes, grabar en 16 canales al mismo tiempo y trabajar las funciones de normalización del archivo. Además soporta numerosos formatos.
Las funciones de edición y efectos son más bien limitadas, pero gracias a su sencillez y potencia (también es capaz de manejar archivos de gran tamaño con cierta soltura) se ha convertido en un programa recomendable.
Quizá el más popular de estos programas de edición sea Pure Data, al menos el que más entusiasmado tiene a quienes producen música en su ordenador. Definido por su autor como “un entorno gráfico de programación en tiempo real, diseñado para el procesamiento de sonido, vídeo y gráficos” y “que hace parte de la familia de lenguajes gráficos de programación conocidos como ‘Max’ (Max/FTS, ISPW Max, Max/MSP, jMax, etcétera)”, su interés radica precisamente en que la programación en uno de estos entornos se realiza uniendo ‘cajitas’ que representan mensajes, objetos de programación o interfaces gráficas (GUI), por medio de líneas.
Además destaca por su inmediatez en las respuestas y su capacidad de asimilar contenidos visuales.
Por otro lado conviene destacar la gran cantidad de sintetizadores digitales con la que podemos hacernos en Internet. En un informe del portal de desarrollo cultural de la UNESCO llegan a enlazarse hasta doce de ellos, la mayoría gratuitos.
De todos modos, quizá sea Wave Fm el más popular, una herramienta para PC que al tiempo de sencilla es potente e intuitiva. A pesar de que es uno de los pioneros, es posible usarlo incluso en máquinas muy antiguas, puesto que requiere, como mínimo, una máquina Pentium II.
En materia de software de audio gratuito, los usuarios de Windows pueden encontrar todo tipo de aplicaciones destinadas a realizar las más variopintas tareas de audio, pero también es cierto que el número de aplicaciones que se ejecutan sobre el sistema operativo Linux es enorme. Algunas de ellas se pueden encontrar en el mapa de software de Sourceforge.
Otros enlaces interesantes, continentes de información sobre herramientas de audio libres y descargas de todo tipo son: Pawfal, Softpedia, Pure Data Externals Repository, y Tweakheadzs.
Por favor, intenten hacerlo en casa
Difícilmente podría haber adivinado Gil Scott-Heron en 1974 la trascendencia de sus palabras cuando cantó al mundo la idea que subyace en la cita con que abríamos este artículo: la revolución no será televisada. Evidentemente, las reivindicaciones de Heron, músico mil veces venerado, poeta no tan conocido y, en términos generales, uno de los iconos de los movimientos de raza negra de hace treinta años, no tenían más intención que la de servir como enérgica protesta social e invitación a la acción a sus iguales.
Al menos a priori no otorgamos otra dimensión consciente a las palabras del norteamericano, probablemente porque no podemos o no queremos creer que Heron fuera conocedor de la gran profecía que encierra ese título. Lo cierto es que 31 años después de la publicación de The Revolution Will Not Be Televised, las interpretaciones posibles de las palabras de Heron son múltiples, casi infinitas.
Una de las más interesantes, la que refiere al caso que nos ocupa, nos permite imaginar al espectador de televisión como un oyente pasivo. El consumo del medio televisivo se realiza en la mayoría de las ocasiones de modo casi inconsciente. La imagen habitual del espectador le representado cómodamente sentado en su sofá, casi desconectado del mundo exterior, recibiendo estímulos continuamente, y sin hacer mayor esfuerzo para seleccionarlos que un poco de zapping de vez en cuando. En ocasiones, cuando el contenido emitido es de nuestro interés, adoptamos una postura más receptiva y crítica.
Por el contrario, encontramos que el usuario de Internet funciona como un agente activo en la búsqueda y producción de contenidos, en el uso de herramientas y recursos en línea. En nuestro papel de internautas seleccionamos la información que deseamos recibir de entre la auténtica vorágine disponible, y para ello desarrollamos nuestras propias técnicas de filtrado de contenidos. Además, la estructura comunicativa de Internet no sólo favorece el feedback, sino que lo convierte en algo indispensable, donde radica la mayor parte de su riqueza como medio.
Es ahí donde los usuarios de la Red respondemos a los estímulos recibidos con la emisión de nuestros propios ítems de información.
Precisamente en esa diferenciación es donde toma significado el término prosumer (prosumidor si queremos adaptarlo). Si bien fue acuñado por el futurólogo Alvin Toffler en 1980, cobra pleno sentido en esta época de democracia digital, donde cualquier usuario de la Red puede desempeñar al mismo tiempo el papel de consumidor y productor de informaciones, obras intelectuales o herramientas que pueden ser utilizada por el resto de usuarios.
Del mismo modo que la revolución no será televisada, las herramientas y recursos con los que podemos hacernos para iniciar nuestro tour de force en el mundo de la producción sonora digital tampoco aparecerán repentinamente en nuestro buzón de correo electrónico, ni en los marcadores de nuestro navegador.
Este documento no es más que una aproximación a un mundo digital repleto de posibilidades, concepto con el objetivo de introducir algunos de los puntos de entrada que el usuario puede elegir a la hora de desarrollar sus creaciones y, al mismo tiempo, reunir enlaces que pueden resultar de utilidad.
En fin, momento para pulsar stop en nuestro player y apagar la máquina por un rato. Seguiremos navegando más adelante, ejerciendo nuestro papel de internautas activos.
Cita recomendada: ALBALADEJO, Carlos. Música en Internet: guía de recursos y herramientas. Mosaic [en línea], septiembre 2005, no. 40. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/m.n40.0519.